Un libro que te encantará con “imágenes impactantes registradas por los más destacados fotógrafos.
Textos que armonizan la información científica, historias y poesía.
Un emocionante recorrido visual y literario por los distintos tipos de bosques que alberga nuestro país, para orgullo de todas y todos”
(Programa Bosques de Minam).
LOS BOSQUES
HABLAN, Y SON
POLÍGLOTAS
Del casi millón trescientos mil
kilómetros cuadrados que mide el Perú, setecientos
treinta mil están cubiertos de bosques. Solo su
franja amazónica representa cerca del sesenta por
ciento de todo el territorio nacional. Nuestro país
es uno de los diez más diversos del planeta y el
porvenir de la vida depende de la conservación
de esa fortuna.
Sin embargo, contra lo que suele
pensarse, la riqueza de un bosque no son sólo
sus plantas, sino las relaciones químicas, físicas y
sociales que se establecen entre las especies a partir
de ellas.
En términos ecológicos, un conjunto de
árboles, por extenso que sea, no alcanza para ser
un bosque. Una metáfora lo ilustra: para que logre serlo, incluso siendo pequeño, hace falta que sea
de cuento, es decir que en él habiten personajes
diversos, a la manera de héroes, y una historia de
interacciones y dependencias, de singularidades.
Todo ello sólo es posible tras millones de años de
narración biológica, de evolución.
Por eso un bosque no puede inventarse, como
pretendemos, ni mudarse de lugar. Tampoco es
posible inventar sus animales, ponerlos allí para
impedir que se extingan. Un oso de anteojos aprende
a diferenciar tallos, ores y cortezas porque su madre
le muestra, le cuenta. Es algo que nadie más puede
enseñarle de igual forma.
Se pueden liberar crías
de manatí amamantadas con leche de biberón en
los ríos donde ya desaparecieron, pero aún sería
necesario que un par, un semejante, les enseñe su
cultura.
Los bosques tienen cultura, en efecto. Y un
lenguaje que sólo ellos hablan. Son políglotas.
Ahora
se sabe que los árboles cuentan su propia historia. Y
la cuentan los ríos, los peces, las piedras, los insectos,
los colibríes. Nuestros bosques han orecido gracias
a ese lenguaje ininteligible, a su alfabeto de células,
de millones de células. No es apenas otra metáfora.
Gracias a su locuacidad, nuestros bosques han
prosperado en una geografía vasta y nudosa, de
nevados, volcanes, planicies, cañones, desiertos, lagos en las cimas heladas, ríos, cascadas, paredes de roca.
Cada piso térmico, con sus condiciones atmosféricas
únicas, moldeó un tipo distinto de bosque.
Y el hecho
de que los Andes sean una formación montañosa
longitudinal —que se extiende de Sur a Norte—, y
no transversal como los picos del Himalaya —que
se extienden de Este a Oeste—, solo le impuso otra
singularidad a lo que ya era excepcional: latitud, esa
medida que establece la distancia angular de un punto
de la tierra con la línea del Ecuador. Uno es el paisaje
forestal en una montaña al sur de Chile y otro muy
diferente en una montaña al norte del Perú, incluso a
pesar de estar en idéntica altura sobre el nivel del mar.
Una constancia de la disparidad sorprendente de
nuestros bosques son sus especies endémicas, es decir
aquellas exclusivas de un territorio, sin coincidencia
posible con ninguna de otro lugar.
Los endemismos
del Perú incluyen centenares de aves, árboles, ores,
an bios y mamíferos. En la lista de territorios con
mayor número de especies únicas, nuestras áreas
naturales están entre las primeras del mundo. El
endemismo de insectos parece incontable.
Sólo en la
Amazonía, las copas de los árboles más altos atesoran
un universo de bichos sin nombre, muchos de ellos
ni siquiera vistos...
© Ministerio del Ambiente
Escritor: José Alejandro Castaño
312 pp.
Lima, 2014
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http://www.bosques.gob.pe/archivo/files/pdf/perureinodebosques.pdf
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