lunes, 13 de abril de 2020

Un puente de los Andes a la Amazonía: Gerald Taylor y Jorge Gasché

Por : José Ribamar Bessa

En estos tiempos de Coronavirus - una “gripecita” según un “especialista” insano - dos investigadores que estudiaron las lenguas de la Amazonía se despidieron de la vida: el 1º de abril, el australiano Gerald Taylor (1933-2020), que residía en Francia y, el día 9, el suizo Jorge Gasché (1940-2020), nacionalizado peruano. 


El hombre que sabía javanés

Gerald Taylor, que hablaba 17 idiomas – uno de los cuales era javanés - se dedicó al estudio de las lenguas con la misma pasión devotada a la culinaria. Lo conocí el día que preparó en su “choza” de la calle Mouffetard, en París, un plato que aprendió en Indonesia: mariscos y arroz con clavo de olor, nuez-moscada, jengibre, culantro, acompañado de sambal – salsa con pimienta de pasta de camarón y limón. El ágape era para un amigo en común, el lingüista Alfredo Torero, que me llevó sin ser convidado. Fue suficiente para iniciar una amistad duradera y para conocer su trayectoria.

Con poco más de 20 años, Gerald recorrió la isla de Java, Italia y Francia, de donde embarcó en un navío carguero hacia México. Andarillo, descendió por Venezuela, Colombia, Ecuador y en Otavalos, escuchó por primera vez la lengua quechua, diferente de las variedades que escucharía enseguida en Perú y Bolivia. Saboreó, también por primera vez, la culinaria andina: cazuela de llama, cuy pururucado, rocoto relleno, locro con maíz tierno, quinua y trecientos tipos de papa.

Se encantó con las recetas registradas en quechua. Entró a fondo en el estudio de la lengua. Tradujo al francés y al castellano el Manuscrito Quechua de Huarochiri, obra clásica sobre mitología andina y “monumento de la literatura mundial”. Una abundante producción de libros y artículos lo tornaron en el mayor especialista de Francia en ese campo. Por eso, el mundo andino, que mucho le debe, lloró su partida.

Paté con tucupi

En el mundo amazónico, también debemos reverenciarlo. Aunque estuviera vinculado al Instituto Francés de Estudios Andinos, sus investigaciones bajaron de los Andes a la floresta. En Paris, lo invité a almorzar cuando mi madre, entonces en Francia, inventó una entrada: el paté de foie gras ensopado en tucupí – el sumo fermentado de la raíz de yuca - que ella trajera de Manaus. Taylor saboreó con deleite ese “paté al tucupi” – una herejía para los franceses. En aquella ocasión, comenté con él y con su colega Consuelo Alfaro que estaba encontrando en archivos europeos documentación relativa a la lengua general de la Amazonía. Embriagado por el tucupí, Taylor me sugirió escribir un artículo para la revista Amerindia de la Universidad Paris VIII, de cuyo comité editorial hacía parte.

El artículo Da “Fala Boa” ao português na Amazônia Brasileira, publicado en 1983, con el sello de la Universidad de Paris-Sorbonne e do CNRS – Centro Nacional de Pesquisa Científica, agudizó su interés por las lenguas amazónicas. No sé lo que pesó más: si el Nheengatu o el tucupí, lo cierto es que Taylor, guiado por el antropólogo Renato Athias, realizó tres o cuatro viajes al Río Negro en los años 1980. En uno de ellos, como no había el control rígido de hoy, llevó un frasco de tucupí con pimienta murupí en un vuelo de Air France a París. El tampón explotó con ruído de bomba, parecía champagne, y derramó el líquido amarillo, aromatizando el compartimiento de bagaje de mano. Se hizo el desentendido.

Si el tucupí se perdió, la lengua no. Taylor llevaba a Paris documentos, grabaciones, textos transcritos, léxicos, datos sintácticos, recogidos en su primer viaje a campo de apenas tres semanas, cuando registró relatos narrados en Baniwa y en Nheengatu por los indígenas Domingo de Souza Paiva, Viriato Plácido, Humbelino Plácido y Gersem Laureano. Voltvió un año después, convidado por el padre salesiano Afonso Casanovas. En un tercer viaje al Río Negro recogió una versión en tukano de las mismas historias, contadas por Agostino Freitas de la misión salesiana de Yauareté donde saboreó a quinhapira, el beijú, el tucupí y la farina do Uarini.

Koronavirus iodza

Erudito, construyó un puente entre narrativas andinas y amazónicas. Identificó además elementos de los cuentos de Perrault, Andersen, Grimm en algunos mitos que circulan en lenguas indígenas. Las historias de Juan y María, de Aladin, de Pulgarcito y tantas otras presentan color y personajes locales: Curupira, Matintaperera, Mãe-d’água, Cobra Grande. Los indígenas hicieron también, en la literatura, su “paté con tucupí”:

- “Ese aspecto híbrido de los cuentos populares que dialogan con narrativas tradicionales no deben sorprendernos. Fueron llevados al Rio Negro por misioneros italianos y alemanes, por militares y por nordestinos caucheros” – escribe Taylor después de un análisis minucioso de diversos textos, entre los cuales, los de Couto de Magalhães, Barboza Rodrigues, Silvio Romero, Câmara Cascudo.

El análisis lingüístico de las narrativas le permite concluir que “el baniwa de Içana (arawak) y el Nheengatu (tupi), a pesar de pertenecer a dos familias diferentes, poseen varias estructuras sintácticas en común”.

Ese Taylor era admirable! Apoyado en su trabajo de campo, escribió “Introdução à Língua Baniwa do Içana” (Unicamp, Campinas, 1991), en el que propone un alfabeto para transcribir la lengua, en base al análisis fonológico. Elaboró el “Breve Léxico da língua Baniwa do Içana” (Uneb, Salvador, 1999) y transcribió cuentos en varias lenguas del Río Negro publicados en el blog, inconcluso, que Renato Athias organizó con él. (https://baniwa.blogspot.com/)

Tal vez sus trabajos hayan contribuido de alguna forma en la elaboración del Informativo Idaanataakawa Koronavirus iodza hia komonidadinai organizado por Juliana Radler del Instituto Socioambiental y la autoría de varios indígenas de la FOIRN para orientar en la prevención y en el enfrentamiento al Covid-19, ahora en marzo de 2020. De ser así, valió la vida de Gerald Taylor, que de esa forma retribuyó la quinhapira y la farinha de yuca que degustó en el Rio Negro.

Retorno a la maloca

El espacio de esta columna del Diário do Amazonas se transforma en obituario. Ya había enviado el comentario sobre Gerald Taylor, cuando llegó la noticia de la muerte de Jürg Ulrich Gasche, Jorge, que en la década de 70 penetró en la floresta peruana y nunca más salió de allí, investigando lenguas y culturas amazónicas. Formado en antropología y lingüística por la Sorbonne y por la Universidad de Basilea, hablaba alemán, francés, español, polaco y ruso, se especializó en la lengua huitoto, secoya, bora y ocaina, en las que era fluente. El día en que recibió su título de nacionalidad peruana, escribió en un mural, en lengua huitoto: “Quiero a la tierra peruana y a su gente”.

“Su gente” era formada fundamentalmente por los grupos nativos. Jorge vivió más de 40 años en Iquitos y allí dirigió el Instituto de Investigaciones de la Amazonia Peruana (IIAP), donde coordinó el proyecto “Biosociedade”. Fundó la Asociación de Apoyo a las Comunidades Nativas de la Amazonía (ANACONDA). Asesoró el movimiento indígena, investigó la “Historia del movimiento organizativo del pueblo Ashaninca” e “Historia de las organizaciones shipibo-conibo”. En el LXI Congreso de la SBPC en Tabatinga presentó el trabajo “Porque fracasan los proyectos de desarrollo de Amazonía”, cuando propuso la aplicación de los principios de la pedagogía intercultural a los proyectos de desarrollo.

Tuvo un papel importante en la formación de profesores bilingües y con ellos discutió la “Historia, función y conducta de los intelectuales indígenas en el entroncamiento de dos sociedades: los pueblos indígenas y la sociedad envolvente en la Amazonía peruana”, tema de su comunicación en el congreso internacional en Suiza, en 2001. Organizó un simposio con el título sugestivo “El intelectual orgánico en las relaciones interculturales. ¿Volver a leer Gramsci?”. Otro título provocativo fue el de su conferencia, en 2010, en la Universidad Nacional de Colombia: “La ignorancia reina, la estupidez domina y la conchudez aprovecha”. Autor de libros, entre los cuales “Sociedad Bosquesina”, definida por él como “la sociedad amazónica rural ‘que abarca tanto los pueblos indígenas como las comunidades mestizas, ribeirinhas, caboclas”.

Allí desarrolla su teoría social sobre “el retorno a la maloca”, a la aldea. Criticó el ex-presidente Alan García, que propuso la minería en territorio indígena. Publicó artículos en revistas especializadas de Europa y Estados Unidos. En Brasil, la Editora de la Universidad Federal de Roraima publicó un artículo en coautoría sobre “Questão ambiental, desenvolvimento sustentável, desigualdades sociais e proteção social na Pan-Amazônia”.

En el trabajo de campo para su tesis sobre ritual y política entre los Uitoto-muri, el antropólogo Edmundo Pereira, recuerda la generosidad de Gasché que abrió su biblioteca en Iquitos e intercambió informaciones. A partir de ese momento, se tornaron amigos. En el último encuentro que tuvieron, en el Museo Nacional en Rio, Jorge llegó con su inseparable valija de cuero en que guardaba una lata de Nescau llena de mambe conocido en el Río Negro como ipadu. Mambeador contumaz, le ofreció mapacho – el cigarro de tabaco amazónico. Curioso, Edmundo indagó como conseguía pasar en la aduana con aquella hierba:

- Digo que es un fitoterapéutico, muy bueno para artritis de viejo como yo.

Solamente nos resta evocar aquí las palabras de Edmundo al enterarse de la muerte de Jorge:

- Que Buinaima - el Creador de los Uitoto – lo guarde! (blog - http://jgasche.weebly.com/)

Fuente:  Taquiprati

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