Naturales (INRENA) y la Sociedad Zoológica de Frankfort (FZS) en el Alto
Purús:
El presente documento expresa algunas opiniones, desde la perspectiva de las ciencias sociales y desde nuestra experiencia en los procesos de investigación científica, acerca del Documento “Opinión Antropológica sobre el Estudio Técnico” escrito por Carlos Mora a pedido de PerúPetro. Los que colaboramos en la formulación de estas opiniones afirmamos que, además de nuestra vasta experiencia académica, hemos acumulado colectivamente más de cien años de práctica en el trabajo con y la protección de los derechos de pueblos indígenas del Perú, incluyendo a los PIAV.
En primer lugar, en términos generales, es importante señalar que el Estudio Técnico, objeto de la crítica del Sr. Mora, no es un documento académico, sino, precisamente un informe técnico sobre el viaje a la zona en cuestión y el estudio llevado a cabo allí por un grupo de antropólogos de la Universidad de Adam Mickiewcz en Polonia. Por lo tanto, no se puede juzgarlo por los mismos estándares de rigurosidad científica como si fuera un documento académico.
En segundo lugar, al momento de elaborarse el Estudio Técnico como también los comentarios del Sr. Mora, no existían términos de referencia ni criterios razonables claramente definidos por el Estado para determinar la existencia o no de un PIAV, ni tampoco para determinar la creación o no de una reserva territorial para su protección. Sólo a partir del 5 de octubre de este año existe un reglamento para la Ley de PIAV, y éste sólo da algunas pautas generales. Tanto el Estudio Técnico como las opiniones del Sr. Mora caen sobre este vacío.
Sin embargo, en el caso que éste u otro estudio técnico ofreciera indicios razonables de la existencia de una población en aislamiento voluntario, es menester que el Estado asuma sus responsabilidades bajo la Ley de PIAV. En todo caso, según la Ley de PIAV, es la Dirección General de Pueblos Originarios y Afroperuano del MIMDES (INDEPA), mas no PerúPetro, quien debe juzgar la calidad técnica de este y de otros estudios e informes técnicos que ofrecen indicios de la existencia de PIAV.
Nuestras Opiniones
1. En su articulo titulado “El síndrome del perro de hortelano”, publicado recientemente en El Comercio, el Presidente de la República escribe: “Y contra el petróleo, han creado la figura del nativo selvático “no conectado”; es decir, desconocido pero presumible, por lo que millones de hectáreas no deben ser exploradas, y el petróleo peruano debe quedarse bajo tierra mientras se paga en el mundo US$ 90 por cada barril“.
Al leer la primera página del documento del Sr. Mora, nos da la impresión que él no comparte la opinión del Sr. Presidente que el PIAV es un invento interesado; mas bien, el Sr. Mora mismo afirma (párrafo 3, p. 1) que es obligación del Estado cautelar los derechos a la vida, identidad, integridad moral, psíquica y física y libre desarrollo de los indígenas en aislamiento voluntario. En esto estamos totalmente de acuerdo con el Sr. Mora.
2. Sin embargo, leyendo el documento en su conjunto, nos damos cuenta que, en el fondo, el Sr. Mora, sí, está de acuerdo con lo señalado por el Sr. Presidente. En la primera página de su documento (párrafo 2, p.1) dice que su informe no pretende determinar la existencia o no de población indígena en aislamiento en la cuenca alta de los ríos Curaray, Napo, Arabela, Nashiño, Pucacuro, Tigre y afluentes. Más bien, pretende dar una opinión “antropológica” sobre el contenido del Estudio Técnico de AIDESEP.
Pero, en el último párrafo (p. 26) el Sr. Mora dice “se estima pertinente opinar que el mencionado Estudio Técnico no reúne las condiciones necesarias desde el punto de vista antropológico para validar la propuesta de creación de la mencionada reserva territorial.” Siendo la condición necesaria primordial para la creación de una reserva territorial la existencia de una población indígena en aislamiento voluntario, el Sr. Mora, de hecho, está diciendo, sin decirlo, que no existe dicha población en el área de estudio y por lo tanto no es justificado crear una reserva territorial para su protección. Es más, atraviesa el informe del Sr. Mora la insinuación de que AIDESEP ha inventado la existencia de esta población de indígenas en aislamiento por razones oscuras.
Sin embargo, y a pesar de usar constantemente del concepto de “rigurosidad científica” para criticar al Estudio Técnico, en ningún lugar de su documento encontramos pruebas presentadas por el Sr. Mora que respalden su conclusión de que no existe esta población indígena en el área de estudio. El Sr. Mora no ha hecho un trabajo de campo en esta zona, la base para toda conclusión antropológica, no ha entrevistado ni siguiera un habitante de la zona para tener un testimonio contrario a los presentados en el Estudio Técnico, ni tampoco ha conversado con profesionales que han trabajo en la zona y que puedan tener opiniones contrarias a las suyas (p. Ej. investigadores del IIAP o del Field Museum de Chicago).
3. En la sección Análisis de la metodología del Estudio Técnico, el Sr. Mora critica, con cierta razón, la falta de una descripción más detallada de la metodología utilizada para levantar la data, base de las conclusiones del Estudio Técnico. Dicha descripción hubiera podido resolver varias de las observaciones subsecuentes que hace el Sr. Mora. Por el otro lado, el Sr. Mora no habla sobre la dificultad, si no imposibilidad, de aplicar, en casos de los PIAV, las metodologías clásicas para los estudios antropológicas y etnológicas, como son la “observación participativa”, las entrevistas a informantes claves del PIAV, etc. De hecho, la misma situación de rehusar contacto con el mundo externo hace imposible metodologías de comprobación directa con los PIAV. Entre otras razones, la comprobada falta de resistencia a los organismos transmisores de enfermedades occidentales de parte de los PIAV hace que un contacto forzado con ellos pone en peligro la supervivencia del grupo; a la vez, en un mundo moderno que protege a los derechos humanos fundamentales, ésta resultaría ser un acto tan inmoral como el genocidio.
En la primera parte de su mirada a la Metodología, el Sr. Mora, basándose en esta falta de detalle metodológico, cuestiona la validez de cualquier conclusión basada en las entrevistas presentadas, tildándolas de subjetivas y no-representativas (p. 6, párrafo 1). Nos parece que el Sr. Mora está muy equivocado con esta afirmación. Por un lado, al hablar de la representatividad de los entrevistados y la necesidad de solicitar la opinión de disidentes, el Sr. Mora está confundiendo un estudio técnico con una Encuesta de Opinión Pública. No se trata de la opinión de los vecinos con referencia a la existencia o no de PIAV en esta zona. Mas bien, en este caso, los autores del estudio están empleando una metodología muy reconocida y legitima en las ciencias sociales: entrevistas a informantes claves. Uno puede estar en desacuerdo que tal o cual entrevista constituye una indicación sustancial de la existencia de un PIAV, cómo hace el Sr. Mora al examinar sólo un par de estas entrevistas; pero no puede descalificar en términos generales la metodología seguido por la expedición polaca por no seguir las normas de una Encuesta de Opinión Publica.
4. Otra sección principal de 5 páginas titulada Pertenencia Étnica es un interesante revisión de las opiniones de diferentes antropólogos sobre la posible pertinencia étnica de una variedad de grupos indígenas reportados para la zona en cuestión durante los últimos tres siglos. El Sr. Mora compara estas opiniones con las vertidas por los autores del Estudio Técnico de AIDESEP, y concluye que éstos presentan una hipótesis sin fundamento alguno sobre la identidad étnica de los dos grupos de PIAV del río Nashiño y Yanayacu. Como se trata de opiniones sin una base rigurosa de investigación en el campo, es imposible saber quien pueda tener la razón. El Sr. Mora tampoco ofrece evidencia rigurosa para fundamentar su crítica; es simplemente su opinión.
La única manera que se puede determinar la pertenencia etno-lingüística de un grupo humano “no-contactado” es contactarlo para realizar los estudios etno-lingüísticas comparativas y eso requiere estar un buen tiempo con el grupo en cuestión. Hasta el momento, estos estudios no se han realizado.
En cualquier caso, la pertenencia etno-lingüística de un grupo humano, PIAV o no, no tiene nada que ver con su existencia; por lo tanto, estas cinco paginas no fundamentan la opinión del Sr. Mora sobre la no-existencia de PIAV en el área del estudio. Como dijo recientemente Sydney Possuelo, especialista en PIAV de la FUNAI de Brasil, no importa a qué grupo étnico pertenecen o cuantos son, lo importante es saber que están ahí y tomar las medidas para protegerlos.
5. En la sección Demografía y Patrones de Asentamiento, el Sr. Mora critica la falta de información demográfica, sobre todo la que puede aportar al “entendimiento de la dinámica poblacional ….(y)..al de la ocupación y uso del espacio” (párrafo 4, p.19). Luego (párrafo 3, p.25), el Sr. Mora se contradice, reconociendo que, por su “alta capacidad de movilización y de migraciones internas”, es imposible usar métodos normales como censos para levantar datos demográficos detallados, y sugiere el uso de imágenes de satélite. En primer lugar, es obvio que no se puede aplicar un censo en el caso de un PIAV, y por lo tanto, no es posible tener el tipo de dato necesario para analizar la dinámica poblacional.
Y por el otro lado, aparentemente el Sr. Mora no sabe que un imagen de satélite no es una fotografía, sino una composición virtual creado en base a un análisis, píxel por píxel, de la reflectancia de luz sobre la cobertura vegetal de la tierra. Con un imagen de satélite no se puede contar ni personas ni casas. Aun con fotografías aéreas, mediante las cuales se podría contar objetos, sería imposible hacer un conteo porque la cobertura de bosque esconde todo lo que está debajo de ello.
Finalmente, la nueva generación de imágenes, con una resolución de un metro, (asumiendo que uno podría tener acceso a ellos) podría indicar un pequeño claro en el bosque; pero no hay manera de saber si ese claro es natural (la caída de un árbol) o antropomorfo, si fue hecho por PIAV, por madereros ilegales o por narcotraficantes. Sólo la comprobación en el campo puede determinar eso; y de nuevo estamos frente a la necesidad de penetrar al dominio de los PIAV, contactarlos, contarlos, fotografiarlos, censarlos, etc. con todos los riesgos que esto significaría.
6. Pensamos que el Sr. Mora tiene razón de preocuparse por la debilidad y generalidad de la información presentada con referencia a la relación entre los PIAV y los recursos naturales (p. 22 Sección Del uso de los recursos naturales). Pero le faltó decir, como en casos anteriores, que es imposible desarrollar este tipo de conocimiento sin un estudio antropológico basado en la metodología de observación participativa, o sea, sin hacer contacto con el PIAV y pasar un buen tiempo entre ellos observando esta relación a través de la participación en su vida cotidiana. Si bien es cierto que podría ser un tema de mucho interés para la antropología conocer cómo los pueblos que no participan en la economía de mercado se relacionan con los recursos naturales de su entorno, no es información necesaria para determinar la existencia de PIAV en un área especifica.
Conclusión
Aquí señalamos sólo algunos de las debilidades de la critica hecha por el Sr. Mora al Estudio Técnico sobre la situación de Pueblos Indígenas en Aislamiento Voluntario (PIAV) en la cuenca alta de los ríos Curaray, Napo, Arabela, Nashiño, Pucacuro, Tigre y afluentes. Es nuestra opinión que el Estudio ofrece indicios razonables de la existencia de un grupo de indígenas en aislamiento voluntario de la zona del estudio y por lo tanto, es responsabilidad del Estado Peruano actuar inmediatamente para proteger la zona de incursiones de otros humanos hasta 1. determinar definitivamente la no existencia de esta población, o 2. establecer una Reserva Territorial a su favor. No asumir esta responsabilidad sería ignorar la propia ley del Estado y transgredir las normas básicas de los derechos humanos fundamentales.Documento elaborado por: Dr. Richard Chase Smith, Antropólogo PhD Cornell University (EUA); Post-Doctorado Harvard University (EUA) Dr. Carlos Soria Dall’Orso, Abogado PhD The Flinders University of South Australia, Ms. Ciencias Sociales FLACSO-Ecuador Margarita Benavides, Antropóloga Bachiller, PUCP (Perú) Margarita Vara, Antropóloga Licenciatura, UNMSM (Perú) Aliya Ryan, Antropóloga Bachiller, University of Cambridge (UK)
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Fuente: Agradecemos el envío de la información al Dr. Richard Chase Smith, Director Ejecutivo del Instituto del Bien Común Av. Petit Thouars 4377, Miraflores, Lima 18, PerúTel. (511) 440-0006, 421-7579 - fax (511) 440-6688
Publicado por Servindi. 7 Noviembre 2007
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