Una pequeña victoria de los pueblos indígenas
Elena Burga
El pleno del Congreso acaba de aprobar un proyecto de ley que deroga los decretos legislativos 1015 y 1073, los mismos que eran el principal motivo del paro de los indígenas. Esto definitivamente constituye una victoria para los pueblos indígenas y todas sus organizaciones regionales y nacionales.
Elena Burga
El pleno del Congreso acaba de aprobar un proyecto de ley que deroga los decretos legislativos 1015 y 1073, los mismos que eran el principal motivo del paro de los indígenas. Esto definitivamente constituye una victoria para los pueblos indígenas y todas sus organizaciones regionales y nacionales.
Para el presidente García, sus ministros y todos los que en estos días han planteado con indignación que los nativos no saben lo que hacen, que están manipulados por la ONG extranjeras, y que es absurdo que se opongan a estos decretos que más bien les van a ayudar a alcanzar “el desarrollo y el progreso” y dejar el atraso en el que viven; esta noticia constituye “un retroceso histórico”. Y en efecto, es un retroceso histórico, pero afortunadamente a una de las medidas más antidemocráticas y autoritarias dadas en las últimas semanas por el gobierno. Y aunque todavía resulta increíble y hasta sospechosa la derogatoria por el pleno del congreso (y los votos de algunos congresistas y algunas bancadas), hay que reconocer que los indígenas han tenido su primera gran batalla y su primera pequeña victoria.
¿Por qué decimos esto? Es importante, comprender lo que significa para los pueblos indígenas y sus organizaciones todo esto que ha ocurrido. En primer lugar, este es el primer paro que los indígenas han desarrollado como grupo y sector social, liderado por sus propias organizaciones regionales y nacionales, sin intervención de ningún otro grupo social y menos de ningún partido político. En los 25 años de existencia de AIDESEP y de sus oficinas regionales, siempre han tenido cuidado de no vincularse con partidos de izquierda ni de derecha, pues consideran que éstos tienen sus propias agendas y los temas étnicos nunca han estado en ellas y menos entre sus prioridades.
En segundo lugar, se les ha acusado de estar manipulados por ONG extranjeras, de quienes reciben financiamiento. No es nuevo que cada vez que los indígenas protestan por algunos de sus derechos, más aún si estas protestas chocan con las grandes trasnacionales a las que se les da todas las facilidades para la “inversión” en el país (sobre todo en la Amazonía ), se diga que están manipuladas por otros, puesto que siempre se les quiere mostrar como sujetos “incapaces” de pensar por sí solos y de tomar decisiones frente a temas que les atañen directamente. Sin embargo, es importante dar a conocer que desde hace muchos años existe la cooperación internacional que llega a muchos países del mundo, de América latina y el Perú, y que llega precisamente como parte de la solidaridad entre los pueblos. Las organizaciones indígenas, preocupadas siempre por alcanzar mejores niveles de vida para sus pueblos, cuentan con diversos proyectos que buscan mejorar y lograr varios de los beneficios que, para otros sectores, llegan a través del Estado. Es conocido por todos los peruanos que las zonas rurales, y dentro de ellas, las zonas más alejadas y ocupadas por las poblaciones indígenas son las que menos gozan de los servicios que por derecho tienen como cualquier otro ciudadano de este país. Los proyectos que las organizaciones desarrollan con el apoyo de algunas entidades de cooperación internacional, legítimas y a través de procedimientos transparentes, permite, por ejemplo, que se atienda con educación intercultural bilingüe a muchos pueblos indígenas, que se elaboren propuestas de manejo forestal acordes con sus propias formas de organización social y económica, que se promueva la elaboración y comercialización, en condiciones justas, de sus artesanías y otras producciones, que tengan un manejo equilibrado de sus recursos, que se capacite a sus maestros, a sus promotores de salud, a sus pastores o animadores cristianos, a los comuneros en técnicas de manejo forestal, en el manejo de sus territorios sin depredarlos, en el mejoramiento de las condiciones de salubridad, de asistencia de agua y luz (paneles solares) en la construcción de locales escolares y de postas con tecnología apropiada, entre otros.
Es gracias a la gestión de muchas de las organizaciones indígenas, que buscan aliados en instituciones estatales y no estatales (como las UGEL, los municipios, algunas universidades, la iglesia, ONG de diverso tipo y algunas entidades de cooperación internacional), que las comunidades logran desarrollar algunos proyectos que les permiten ir alcanzado, poco a poco, eso que les corresponde por derecho.
No es pues que en las comunidades no se está haciendo nada, que anden sumidas en el letargo y que los decretos legislativos dados por el ejecutivo los van a sacar de ese abandono y “autoaislamiento”. Hay muchas cosas que se están haciendo en las zonas rurales, y los pobladores indígenas y sus autoridades están cada vez más participando activamente en la toma de decisiones sobre lo que quieren para sus pueblos y para el futuro de sus hijos, sobre la forma en que quieren relacionarse con el resto de la sociedad nacional, sobre las condiciones en que quieren entrar al mercado y comercializar sus productos, sobre como quieren manejar sus bosques, entre otras cosas.
Por eso es importante que el Estado, o tal vez debamos decir el gobierno, no olvide que, así como necesita aliarse con los grandes inversionistas extranjeros, con las empresas transnacionales que vienen a invertir y supuestamente traen trabajo a los peruanos, no debe menospreciar la cooperación que también viene de gobiernos, fundaciones y donaciones solidarias de otros países, que ayudan igualmente al desarrollo de los pueblos, de aquellos a los que precisamente el Estado no llega o llega con mucha deficiencia y lentitud, y donde la indiferencia y el racismo siguen siendo el pan de cada día.
Finalmente, y volviendo a los decretos que acaban de ser derogados, es importante que esto se vea como un momento importante para que tanto nuestros gobernantes como la sociedad peruana en general empiece a ser más consciente de que vivimos en un país diverso cultural, lingüística y biológicamente, y que eso nos hace importantes, atractivos, especiales y diferentes al resto del mundo. Pero esta diversidad, que es nuestro gran potencial de desarrollo como país, nos obliga a desarrollar actitudes interculturales, a ser más tolerantes y a tratar de entendernos en medio de esa diversidad de visiones y de formas de actuar en la realidad. Si miramos bien, tal vez esta sea una pequeña victoria no sólo para los pueblos indígenas sino para todos los peruanos.
Enviado por Mirna Gomez
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