La Amazonía: lo mejor y lo peor en el 2008
Roger Rumrrill
Como lo dijimos en setiembre de este año y ahora lo ratificamos: el suceso político y social más importante ocurrido en la Amazonía peruana este año fue la gran rebelión indígena amazónica que estalló el 9 de agosto y que obligó al gobierno de Alan García Pérez a derogar los decretos legislativos 1015 y 1073 que eran las llaves del gran capital para abrir las puertas de la privatización de las tierras indígenas.
La batalla ganada por los indígenas está cargada de significados y contenidos políticos, sociales, económicos y culturales. Visibilizó a los pueblos indígenas sumergidos y ocultados por un sistema que en el Perú está construido contra ellos. Se convirtieron en la Amazonía en los principales actores sociales y políticos. Desataron una dinámica en el movimiento social no indígena con importantes repercusiones para el presente y el futuro político de la región amazónica.
En agosto de este año la rebelión indígena fue una clara lección y demostración al país que sí es posible, a través de la resistencia cívica, pacífica, democrática y unitaria, resistir e inclusive derrotar la ofensiva antidemocrática, excluyente y saqueadora del capital multinacional y sus socios locales de los recursos naturales que pertenecen a todos los peruanos.
La rebelión indígena, además, ahondó aún más la crisis terminal de los partidos políticos en la Amazonía, en metástasis por sus estructuras fosilizadas, sus discursos anclados en una falaz modernidad y sus intereses contrapuestos a los de las mayorías populares.
Lo peor para la Amazonía peruana fue, sin ninguna duda, el proyecto privatizador del bosque amazónico camuflado jurídicamente en más de un centenar de decretos legislativos para la implementación del TLC con Estados Unidos y doctrinariamente justificados en la “filosofía” del “perro del hortelano” del presidente García.
Pero a García le está saliendo el tiro por la culata. La presión ambientalista estadounidense le está empujando a modificar su proyecto sobre la Amazonía bajo la amenaza de que el TLC quede en suspenso.
El efecto combinado del colapso económico mundial y el cambio climático y sus desastrosos impactos en el Perú también le están haciendo bajar de su nube de ilusiones.
No sería mala idea que el presidente García tenga un vuelo con ayahuasca para mirar sin anteojeras la realidad y gobernar para los pobres del Perú en el año 2009.
Roger Rumrrill
Como lo dijimos en setiembre de este año y ahora lo ratificamos: el suceso político y social más importante ocurrido en la Amazonía peruana este año fue la gran rebelión indígena amazónica que estalló el 9 de agosto y que obligó al gobierno de Alan García Pérez a derogar los decretos legislativos 1015 y 1073 que eran las llaves del gran capital para abrir las puertas de la privatización de las tierras indígenas.
La batalla ganada por los indígenas está cargada de significados y contenidos políticos, sociales, económicos y culturales. Visibilizó a los pueblos indígenas sumergidos y ocultados por un sistema que en el Perú está construido contra ellos. Se convirtieron en la Amazonía en los principales actores sociales y políticos. Desataron una dinámica en el movimiento social no indígena con importantes repercusiones para el presente y el futuro político de la región amazónica.
En agosto de este año la rebelión indígena fue una clara lección y demostración al país que sí es posible, a través de la resistencia cívica, pacífica, democrática y unitaria, resistir e inclusive derrotar la ofensiva antidemocrática, excluyente y saqueadora del capital multinacional y sus socios locales de los recursos naturales que pertenecen a todos los peruanos.
La rebelión indígena, además, ahondó aún más la crisis terminal de los partidos políticos en la Amazonía, en metástasis por sus estructuras fosilizadas, sus discursos anclados en una falaz modernidad y sus intereses contrapuestos a los de las mayorías populares.
Lo peor para la Amazonía peruana fue, sin ninguna duda, el proyecto privatizador del bosque amazónico camuflado jurídicamente en más de un centenar de decretos legislativos para la implementación del TLC con Estados Unidos y doctrinariamente justificados en la “filosofía” del “perro del hortelano” del presidente García.
Pero a García le está saliendo el tiro por la culata. La presión ambientalista estadounidense le está empujando a modificar su proyecto sobre la Amazonía bajo la amenaza de que el TLC quede en suspenso.
El efecto combinado del colapso económico mundial y el cambio climático y sus desastrosos impactos en el Perú también le están haciendo bajar de su nube de ilusiones.
No sería mala idea que el presidente García tenga un vuelo con ayahuasca para mirar sin anteojeras la realidad y gobernar para los pobres del Perú en el año 2009.
Fuente: Radio PRODEMU
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