La ley de la selva
Miguel Sagred Gutierrez Rodriguez (Premio a Reportaje biodiversidad 2008, el artículo Selva Negra)
ALERTA, MADRE DE DIOS.Julio García era un solitario teniente gobernador aprista que
combatía a los traficantes de madera en una población donde la gente vive del
negocio ilícito. Su asesinato ni siquiera conmovió al gobierno.
"¡Está bien, carajo, que lo hayan matado! Yo mismo le hubiera dado varios tiros si hubiera estado allí. A esa gente abusiva se la mata", dice el chofer de un colectivo que cubre la ruta Puerto Maldonado-Iberia, refiriéndose al asesinato del teniente gobernador Julio García Agapito, en la localidad de Alerta, cerca de la frontera con Bolivia, en la selva de Madre de Dios. La tarde del pasado 28 de febrero, doce disparos remecieron los interiores del local de Instituto de Recursos Naturales (Inrena), ubicado apenas a tres metros de la carretera que une Brasil y Bolivia con el Perú. Ocho tiros impactaron en la cabeza y el cuerpo de García, de 44 años, un hombre que era odiado porque se enfrentaba a los traficantes de madera, tanto a los grandes como a los chicos. Por su conducta pegada a la ley la gente lo llamaba "Señor Gobierno". Precisamente por cumplir la ley, por intervenir un cargamento ilegal de madera, lo mató sin miramientos el traficante Amancio Jacinto Maqque.
El homicidio, sin embargo, no mereció cobertura en la prensa nacional. Ninguna autoridad gubernamental salió a expresar rechazo y pesar por el asesinato de un funcionario que se batía contra uno de los más lucrativos negocios ilegales en la selva. Mucha gente no quería al teniente gobernador porque buena parte de la población vive de la tala y venta ilegal de la madera. Por eso el taxista comentaba alegremente, como otros, el crimen del enemigo número uno del contrabando de madera.
SOLO CONTRA EL MUNDO
"Señor Gobierno" habitaba desde hacía 22 años en Alerta y desde entonces se había dedicado a la agricultura para luego concentrarse en la recolección de los frutos del castaño. En 2003, junto a otras familias, gracias al asesoramiento de un organismo conservacionista no gubernamental, obtuvo una concesión para la extracción de castañas en una zona de la que se había apoderado una maderera.
Fervoroso aprista, con el segundo gobierno de Alan García las autoridades de Puerto Maldonado le ofrecieron el cargo de teniente gobernador, una suerte de "ojos y oídos" del régimen. Sin recibir un solo centavo, Julio García asumió la responsabilidad al mismo tiempo que sobrevivía con la venta de castañas. Conocía perfectamente la zona, al punto que investigadores locales y extranjeros interesados en la conservación de la biodiversidad acudían a él para recibir su apoyo. Angélica Almeyda, una antropóloga de la Universidad de Stanford, es una de las personas que pasó un tiempo en Alerta y describió así a "Señor Gobierno": "Julio García fue un líder de diferente tipo, siempre activo. Dedicó su vida y su tiempo a la conservación y a tratar de comprender cuestiones ligadas a la construcción de la ruta Interoceánica, electrificación, petróleo y las concesiones de castañas en Brasil, y en cómo mejorar la vida de su familia y de aquellos a quienes él creía representar como autoridad".
Lamentablemente, la labor de Julio García no era comprendida por una población que subsiste con el comercio ilegal de la madera. En la provincia de Tahuamanu, a la que pertenece el poblado de Alerta, pocos son los que pueden cumplir los requisitos para obtener concesiones de extracción de madera. Por eso, cuando culmina la cosecha de la castaña y las familias no tienen otros ingresos, se dedican al contrabando de la madera.
Julio García y los funcionarios de Inrena sufrían las consecuencias de luchar contra una actividad ilícita que da de comer a la población. Ante la pasividad sospechosa de la policía en la zona, los funcionarios de Inrena acudían a la única autoridad del pueblo, Julio García, para que los apoye en el monitoreo y decomiso de madera. Una de sus últimas intervenciones ocurrió el 12 de enero: "Señor Gobierno" participó activamente en el decomiso de tres lotes de madera de las especies pumaquiro y cedro, en Nuevo Pacarán.
Un informe elaborado por el sacerdote de la parroquia de la localidad Iberia, enviado a Defensoría del Pueblo, recuerda el trabajo de Julio García: "A pesar de no contar con un salario apoyaba constantemente a esta sede como autoridad. Su labor contra la tala ilegal fue única puesto que en muchas ocasiones la policía no prestaba este servicio", escribió. Las autoridades locales confirman que la labor fiscalizadora del "Señor Gobierno" lo había enemistado con la población y las mafias madereras. "La producción de castaña es temporal, ya que solo da tres veces al año. Después de las cosechas la gente se queda sin trabajo, no tiene qué comer. Al no poder conseguir permisos para sacar cedro o caoba, que tienen gran valor en el mercado, los pobladores con gran esfuerzo se meten muy adentro en la selva y traen la madera. Por eso, cuando se producen los decomisos, inmediatamente se generan situaciones violentas. Desde ese punto de vista, el teniente gobernador Julio García era visto por algunos como un abusivo", dice el alcalde del distrito de Tahuamanu, Angilberto Flores Sanipico, en un intento por explicar el asesinato del "Señor Gobierno".
TRÁFICO DE MADERA
Víctima y Asesino. Arriba, Julio García Agapito fue requerido en múltiples ocasiones por Inrena para apoyar en las labores de decomiso de madera hasta que el 28 de febrero Amancio Jacinto Maqque (al lado) lo mató de ocho balazos disparados con un arma automática. "Yo mismo intenté pasar madera ilegal hacia Puerto Maldonado hace un tiempo. No tenía permiso. Perdí los 12 mil dólares que había invertido en unos lotes de caoba", afirma Angilberto Flores sin un ápice de arrepentimiento.
Usmilda Rozambite Araujo, viuda de Julio García, recordó que la gente del pueblo aprovechaba la oscuridad de la noche para ir a su casa y reclamar la madera decomisada, prometiendo una tajada de sus futuras ganancias. García siempre las rechazó. Y lo pagó con su vida.
"La gente le decía: ‘Señor Gobierno, usted puede ayudarme a pasar mi maderita’. Y él respondía: ‘Si tú puedes hacer pasar tu madera, pásalo, pero no intentes sorprenderme ofreciéndome dádivas a la una de la madrugada’, respondía mi esposo. Él prefería ser pobre antes que ser un corrupto", dice la viuda.
El rencor acumulado contra el teniente gobernador y los funcionarios de Inrena por los constantes operativos frente a la madera ilegal tuvo finalmente un violento desenlace el 28 de febrero. A las seis de la tarde, un camión con 34 piezas de madera aserrada fue intervenido por empleados de Inrena. Ante la falta de apoyo policial, Julio García fue llamado otra vez para apoyar y dar legalidad al operativo. Durante el traslado de la madera al local de Inrena se produjeron extraños hechos. La energía eléctrica se cortó repentinamente en el pueblo y una multitud se aglomeró alrededor de las autoridades interrumpiendo el decomiso. Los dueños de la madera, Victoria Jacinto Maqque y su esposo Raúl Vargas, ingresaron en la oficina y agredieron al teniente gobernador ante la pasividad del único policía presente en el operativo.
En un momento de confusión, el esposo de Victoria Maqque tomó el volante del camión y huyó con la madera que quedaba por decomisar y enrumbó hacia Puerto Maldonado. El policía asignado subió una moto y se lanzó a perseguir a Raúl Vargas sin imaginar lo que pasaría después. De pronto irrumpió en las oficinas de Inrena Amancio Jacinto Maqque, hermano de Victoria y copropietario de la madera intervenida, desenfundó un arma y apuntó a Julio García. "Señor Gobierno" no se inmutó y continuó con su trabajo.
Tomó un pedazo de una hoja en blanco y se apoyó sobre un escritorio para dar cuenta de la amenaza a mano armada de Amancio Jacinto. Y comenzó a escribir: "Siendo las 6 y 30 de la tarde en el local de Inrena hago constar el intento de homicidio de parte del señor...". No había terminado de escribir cuando el sujeto disparó varias veces con furia. Los técnicos de Inrena escaparon despavoridos. No contento con su violenta reacción, Amancio Jacinto se acercó lentamente al cuerpo inerte de "Señor Gobierno" y lo remató con dos tiros en la cabeza. Como si hubiera satisfecho el deseo de la población resentida con Julio García por el simple hecho de cumplir con su trabajo, muy campante Amancio Jacinto se largó en una moto con dirección a Puerto Maldonado, sin que nadie de la comisaría, ubicada a 15 metros del escenario del crimen, lo detuviera. Hay gente que lo ha visto ingresar en su casa en la penumbra de la noche y desaparecer con dirección a Bolivia al amanecer.
"Señor Gobierno" había presentido que su vida corría peligro. Sabía que se había ganado numerosos enemigos. Sospechaba que Amancio Jacinto y su familia lo veían como una amenaza permanente a sus intereses. En un oficio del 18 de octubre del 2007, remitido a la dirección de Gobierno Interior, Julio García solicitó garantías para su vida. Un día antes, había intervenido madera ilegal de propiedad de Amancio Jacinto y su cuñado Raúl Vargas. Además de agredirlo, el individuo lo amenazó con matarlo. Pese a la advertencia, las autoridades del Ministerio del Interior no le respondieron. Ni siquiera porque era una autoridad aprista y porque estaba virtualmente solo contra todo un pueblo.
"Supe que no lo querían. Todos se dedican a la extracción de madera. Él era muy metido, chismoso, él daba información", declara el mayor PNP José Rodríguez, responsable de investigar el asesinato de "Señor Gobierno": "Para ser una autoridad, una mínima cantidad de gente asistió a su funeral. Por eso digo, no lo querían". Las palabras del conductor que cubre la ruta Puerto Maldonado-Iberia son absolutamente ciertas.
Publicado por el diario La República Abril 2008
Fuente: Premioreportaje.org
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