Por: Byron Mora Gaibor
La denodada lucha por el cuidado del ambiente, que desde hace décadas ha enfrentado a políticas estatales depredadoras, en estos días ha tomado una curva peligrosa: se ha convertido en un negocio.
El carbono se ha convertido en mercancía y Estados que se proclaman conservacionistas ambientales no dudan en asociarse con empresas transnacionales históricas y nuevas para, irracionalmente, explotar agua, biodiversidad y recursos energéticos y genéticos. Lo detestable es que los líderes de esos Estados usan principios y fundamentos ambientalistas, cuando no de desarrollo económico y social, para justificar la realización de los depredadores negociados.
Ante esa realidad, los Guardianes Ambientales tenemos como fines y objetivos sustantivos no cuidar el ambiente, sino convivir con él, con su entorno humano y natural, con el fin de que no solo se preserve, sino que sea aprovechado óptimamente, en beneficio de la sociedad, de la sobrevivencia humana, del ecosistema, del buen vivir.
Es que de lo que se trata es lograr explicar en la realidad la teoría y no al revés. Por nuestro trabajo, los pueblos amazónicos diariamente se preguntan si no es verdad que vastas zonas de la región no están en grave peligro, porque escuchan, con más intensidad, que avanzan negociaciones estatales para concretar explotaciones mineras, petroleras, energéticas y genéticas, bajo supuestos procesos de desarrollo, sin tener en cuenta que el capitalismo no tiene corazón ni conciencia y ahora opera bajo el funesto triángulo naturaleza-mercado-capital.
El refugio natural Yasuní ya ha sido enclaustrado en ese triángulo y no solo ha sido puesto en licitación filantrópica, sino que es la potencial reserva de explotación hidrocarburífera para alimentar la Refinería del Pacífico, la que ya debía haber estado en operación, según el proyecto inicial, pero esta sumida en profundo retraso, no solo por la oposición a la explotación de los campos amazónicos ITT, sino porque Venezuela no ha aportado el dinero contemplado para el efecto. Por ello la lentitud de su avance.
Pero, como se dice, es la joya de la corona. Lo invisible es que, para el pueblo amazónico, el Estado diseña proyectos obligándole a realizar monocultivos, olvidando el principio fundamental y constitucional de la soberanía alimentaria. Poniendo en riesgo los cultivos tradicionales, la pérdida de la cultura alimentaria y, como extensión, perjudicando la salud de los campesinos amazónicos, muy proclives al cáncer por la cada más intensa contaminación de aguas y, más aún, porque las lluvias en la región, han mutado en lluvias o torrenciales aguaceros cargados de CO2 y azufre. Son lluvias ácidas que perjudican severamente la salud.
Efecto de ello es la desaparición de los pueblos Tetetes y Sansahuaris, ya por la influencia de la transnacional estadounidense Texaco, ya por procesos de aculturación, ya por la devastación de la población por las contaminaciones de su hábitat. Este es un saldo trágico sobre el cual debe meditar el Estado antes de autorizar y expandir explotaciones petroleras, auríferas, energéticas y genéticas. Guardianes Ambientales está atento ante estos procesos.
Nota:
Artículo preparado por Guardianes Ambientales
Nueva Loja Sucumbíos Ecuador
Byron Mora Gaibor
Sociólogo con estudios en Antropología
en Universidad de Salamanca España
Enviado por oxigeno.amazonia@yahoo.com
1 comentario:
saludos de amazonia del Ecuador somos Guardianes ambientales agradecemos vuestra publicacion soy CARLOS PLACENCIA
DIRECTOR DE GUARDIANES AMBIENTALES
tel. 086103230
Publicar un comentario