viernes, 27 de agosto de 2010

Novela “Mariposas Rojas”

Presentación

Hay personas que a lo largo de su vida llenan de esperanzas la Historia, que son directamente partícipes de los cambios que en esta se dan, pero no desde la cima sino desde la base, quizá como seres anónimos que guían su vida con fe en lo que hacen y en lo que creen.

Mariposas rojas es una novela basada en hechos reales, en la que solo los nombres son ficticios, pues todo lo que sucede en las páginas de este libro ya transcurrió, y cada uno de estos acontecimientos se ven reflejados en la realidad y en la toma de conciencia de las generaciones siguientes.

Marianna Henke es el personaje principal de esta historia, quien desde muy temprano muestra una gran convicción de sus creencias y las pone en práctica. Su vida se inicia en Italia, luego el amor hacia un hombre la lleva a instalarse en Alemania, país en donde toma la difícil decisión de partir con rumbo a la sierra peruana para luego internarse en la selva y trabajar directamente con los asháninka.

Así mismo, esta es una novela que, al mismo tiempo que transcurre de la mano de acontecimientos relevantes en la historia mundial del siglo XX, nos sumerge en la realidad de las comunidades nativas del Perú, mostrándonos de manera panóptica un universo ajeno para la mayoría de personas.

Este libro tiene la magia de regalarnos miles de años de sabiduría provenientes del corazón del Perú, e invitarnos a reflexionar y soñar con un mundo armónico en donde las voces provienen de cada elemento que nos rodea.

Gisella Evangelisti con Mariposas rojas, rescata un testimonio de vida, lo comparte con cada uno de nosotros y nos invita a formar parte de los cambios necesarios para salvar y respetar nuestro hogar.

Síntesis

“Mariposas Rojas” es una novela que se basa en una historia real, a la que han sido cambiados algunos nombres y detalles. El título hace alusión a los finos dibujos que las mujeres indígenas asháninka, de la Amazonía peruana, se hacen en el rostro con las semillas rojas del achiote.

Quien habla en primera persona es Marianna Henkel, alias de María Heise, hoy una respetada figura del mundo académico peruano, considerada pionera en la educación bilingüe de los pueblos indígenas de los Andes y de la Amazonía. De origen italiano, apellido alemán, corazón peruano, así se define María. Difícil creer que esta elegante señora, ahora anciana, haya vivido por años en una cabaña frente a un torrentoso río amazónico lleno de remolinos, conocido la cárcel como sospechosa de terrorismo, y haya salido viva por milagro de un “juicio popular” que le aplicó una columna senderista.

Un mix especial de valentía y dulzura, elegancia e ingenuidad, hacen de María un verdadero personaje. Quise conocer su historia y me la desovilló entre muchas tazas de té al hibisco.

Una extravagante abuela de pelo rosado, la duquesa Beatrice Pallavicino, de Parma, le había dejado en herencia un precioso mantel donde, a lo largo de toda su vida, había bordado decenas de loros colorados, símbolo, en aquella época, de una felicidad exótica.

“Que tu vida sea más admirable que este bordado”, había deseado a la nieta, (todavía una niña), antes de morir. “Y mira también el revés del bordado, María, con todos sus nudos e hilos retorcidos. Son los errores, los vacíos, los deseos escondidos en nuestro mundo secreto, los que sin embargo forman el dibujo de nuestra vida, haciendo o no de ella una obra maestra.

María no sabía dónde estaban los bosques de estas espléndidas aves. “¿Después de Milán?” Había preguntado a su padre: “Sí, mucho después de Milán”, le había confirmado él. Un día conocería profundamente esas selvas, admirando el vuelo de centenares de guacamayos. Pero todavía no podía imaginarlo.

Cuando su padre regresó como un “Ecce Homo” y lleno de odio hacia los alemanes, de un lager nazista, (siendo uno de los pocos generales italianos que se habían rebelado al nazi fascismo), María decidió casarse justo con un joven de Munchen, atractivo y ambicioso. Puso en un cajón su diploma en literatura conseguido en Cambridge, para volverse una mujer devota que debía mantener lustrosos los suelos de su casa e impecables las camisas a rayas del marido. Las montañas rusas de este tranquilo matrimonio burgués, alegrado, (para él) y atormentado (para ella) por las infidelidades de Markus, la llevaron al borde del suicidio.

Cuando soplaron también en Berlín los vientos del ´68, María se inscribió a antropología y conoció en un viaje de estudio la áspera realidad de la sierra peruana, donde se estaba gestando la reforma agraria de Velasco Alvarado. En un breve viaje a la selva central, se quedó impresionada por la serenidad y sencillez de los indígenas Asháninka.

En su regreso a Berlín, María vivió un intenso romance con un estudiante con quien compartía intereses y sueños, pero decidió cortarlo para salvar su matrimonio, siguiendo otra vez el guión de la esposa devota. Pero su unión con Markus ya tenía los días contados, y poco tiempo después vio el marido salir de la casa con una pesada maleta llena de sus elegantes vestidos y camisas a rayas. Después del caos calmo de la separación, María decidió dar un vuelco a su vida y regresar al Perú, para ocuparse de la incipiente educación bilingüe de los pueblos indígenas de los Andes. Serían años de trabajo paciente y transformación personal, distanciándose de su obsesión amorosa, y explorando un mundo que usaba otros códigos.

En el altiplano conoció a curanderos, narcotraficantes, maestros comprometidos y burócratas obtusos. En un viaje en la región selvática del Madre de Dios, colindante con Bolivia, se encontró con los arakmbut, el pueblo de la “verdadera gente”, a quien una avioneta de los dominicos españoles sobrevolando su territorio todavía virgen en 1950 había cambiado el destino, convirtiéndolos de cazadores libres, a espectadores desorientados de una sociedad sin reglas.

Sucesivamente su trabajo educativo la llevó de nuevo entre los asháninka, el pueblo de la selva central que le había parecido viviera en un Edén sin tiempo. En una cabaña en la orilla del Tambo compartió con ellos la vida cotidiana, codificando su idioma, recogiendo sus mitos, y capacitando a los maestros. Con uno de ellos tuvo un breve romance, dulce e inesperado. Descubrió en ese entonces que el Edén indígena distaba mucho de ser intacto, pues era codiciado por colonos andinos, madereros, sectas religiosas de variada procedencia, y amenazado por las columnas armadas de jóvenes que hablaban de justicia, degollando a quienes no querían seguirlos. Eran los secuaces de Abimael Guzmán, alias el “camarada Gonzalo”, jefe de Sendero Luminoso. En una límpida mañana de octubre del 1987, tocó también a María ser sometida a un “juicio popular” como “explotadora del pueblo”, donde se salvó de milagro, suscitando la admiración del comandante senderista por su valentía.

Sin embargo tuvo que interrumpir su trabajo en la selva y regresar a Lima, mientras en el país se desataba la violencia política. Fueron los años de las masacres de indios en los Andes y en la selva central, de coche-bomba y apagones en la capital, de la hiperinflación desbocada del primer gobierno de Alan García, y del durísimo shock económico de Fujimori. Al replegarse los senderistas de la selva central, dejando tras de sí millares de muertos y desplazados, la gente de la Amazonía vivirá entre esperanza y decepción los nuevos mitos de la modernidad, con los boom del petróleo, el oro y la coca. El mismo conflicto entre una tecnología arrasadora y una concepción de vida (el “buen vivir” de los pueblos indígenas más respetuoso de la naturaleza), que ha sido recientemente puesto en escena en la película de ciencia ficción Avatar, hoy tiene ribetes dramáticos en la Amazonía real.

En la trama de la vida personal de María que se teje juntos a las historia del Perú aparecen mientras tanto otros hilos, vivos y colorados como los cien loros del bordado de la abuela. Son personajes que conoce o reencuentra durante sus viajes en buses destartalados al hilo de los abismos andinos, en somnolientas lanchas o maltrechas avionetas a lo largo de los ríos amazónicos, en sorprendentes taxi en la capital, en lúcidos aeropuertos o en casas confortables, en New York, Berlín, París. Intercambian con María sus búsquedas existenciales, discuten con ella de amor y otros demonios, de magia y realidad, vida y muerte.

Así el bordado de su vida va haciéndose más rico y complejo, hasta que descubre el hilo de oro que da fuerza y significado a toda la trama.

Sobre la autora

Gisella Evangelisti nació en Cerdeña, Italia. Estudió letras en Pisa, antropología en Lima y mediación de conflictos en Barcelona. Trabajó veinte años en la Cooperación Internacional en Perú, como representante de ONGs italianas y consultora de Unicef en varios países latinoamericanos. Ha publicado artículos y dossiers en diferentes medios de comunicación.

Por Unicef, Terra Nuova y la PUCP produjo en 1997 el cd-rom titulado Tsamarén, con todo orgullo, acerca de diez pueblos indígenas de la amazonia peruana, elaborado con metodología participativa, recogiendo su cultura y testimonios.

En 2000 publicó en Padua, Italia, una historia ambientada en una comunidad andina: Una vita firmata, y en 2005, en Managua, Nicaragua: Biodiversidad y pueblos indígenas en Centroamérica.

El testimonio Todas las sangres, y una más ganó en 2002 por el Perú el premio latinoamericano Mujer, Paz y Esperanza, promovido por Unifem y Manuela Ramos, y ha sido el punto de partida para escribir el presente libro

Ver invitación a presentación del libro:
  http://amazoniamagica.blogspot.com/2010/08/cofea-manta-presenta-la-novela.html