domingo, 29 de septiembre de 2013

Blas Valera y la historia de la infamia


Título del libro: Blas Valera y la historia de la infamia
Autor: José M. Santillán Salazar
Editorial: Independiente
 
 
Sobre mí
Por: Gianfranco Hereña


¿Quién fue Blas Valera? Esta interrogante me asaltó luego de que un compañero presente en el Tercer Encuentro Nacional de Cultura me dijese que había en había en Chachapoyas un autor que había publicado sobre él. Googleando, me hallé ante la historia de un hombre perteneciente a la orden jesuíta que había sido cronista en tiempos de la conquista y , que a pesar de ser hijo de español, defendió y pretendió legitimar los derechos indígenas. Mayor sorpresa aún me causó saber que el libro "Nueva crónica y buen gobierno", atribuído al ya célebre Guamán Poma de Ayala (cronista) le pertenecía en realidad a Blas Valera según registros de Laura Laurenlich Minelli, historiadora.

José M. Santillán hace un recorrido histórico que nos permitirá situarnos en los siglos que antecedieron a Blas Valera y formula luego un copioso análisis capaz de llevarnos a pensar sobre la historia del Perú. Tal cual cita en el libro al historiador Pablo Macera: "No hay que hablar de la historia del Perú sino de las historias del Perú".

Dividido en varias partes, Santillán logra enmarcar el siglo que precedió a Valera para comprender cuál fue el contexto de su obra y los múltiples obstáculos a los que se tuvo que enfrentar en una sociedad que segregaba ampliamente a mal llamado pueblo indígena (chequear la historia del porqué un error de Colón devino en el uso de este término).

Este texto reúne una amplia bibliografía recopilada por el autor y considero que debería leerse más allá de posturas a favor o en contra. Es un estudio serio que permitirá conocer un poco más sobre ese letrado que luchó desde donde estaba para lograr una mayor inclusión a través de la denuncia. Cito literalmente a Augusto Zavala "Para crear una nación hay que empezar, primero, por considerarnos a nosotros mismos con un pasado en común".
 
Fuente: El buen librero

Nota del autor:
Lector voraz, blogger por arrebato, mendigo de la cultura. Quien les habla es alguien que trata de difundir la lectura.

sábado, 7 de septiembre de 2013

Leyendas y tradiciones de Loreto: “¡Pues bien! Tendrán los preciosos árboles”

Literaturas andinas: mito y utopía

Por: Gonzalo Espin

Para Manuel Marticorena, como reconocimiento y homenaje, por sus trabajos sobre las literaturas amazónicas.


En 1918 Jenaro Herrera publica sus Leyendas y tradiciones de Loreto[1], uno de los primeros libros que remiten a la fabla popular que se registra de la Amazonía e inaugura, según el decir de Luis Hernán Ramírez con “este volumen y ese año, la narrativa  amazónica propiamente” (2011).  Jenaro Herrera Torres (Moyobamba 1861- Lima 1941) es considerado  como “uno de los mayores intelectuales de la Amazonía Peruana” (Ramírez), que Manuel Marticorena precisa: “Jenaro Herrera es el primer escritor que literariamente se preocupa en recoger esta veta cultural en nuestra Amazonía acogiendo en sus creaciones los refranes, sentencias, anécdotas, dichos, coplas, redondillas, sentencias, etc. , que sirve como afirmación latente de la sabiduría del pueblo, habiéndose decantado y adquirido mayor belleza con la constancia.” (2010:128).  Cierto, pero hay que decir que se trata de la escritura de la ciudad, esto es como los que empezaron asentarse en los parajes amazónicos hicieron eco de los mundos cosmogónicos que llegaban a sus oídos y que traducían en escritura.   La de Jenaro Herrara no es la excepción, su importancia radica precisamente en que se trata del primer documento que hace la cartografía de las historias, anécdotas y leyendas que hay ese extenso espacio que por entonces, y hasta no hace mucho, se identificaba como montaña y en términos política como Loreto.

Leyendas y tradiciones de Loreto se asocia a la “tradición” en el sentido que impuso Ricardo Palma, es decir, entre la historia y la conseja popular, entre el documento y la voz pueblo, o como quiere Herrera: “La tradición es, pues, lo que el idioma a la gramática; es decir, la primera etapa para escribirla, la forma más sencilla que ella tiene de exteriorizarse, el block aún no pulido y relativamente tosco que se acumula para erigir después la estatua histórica” (XX). Trae 38 leyendas y tradiciones, sigue lo que la gente sabe, conversa y tiene  como memoria, pero al mismo tiempo, esta se documenta, contrasta con la información que existe en viejos infolios como las crónicas o memorias de misioneros o libros de la época que acusa para dar consistencia a su tradición. La impresión final que deja el libro es que se construye la cartografía de Loreto,  un retrato que  hace visible la voz del ribereño, en sentido de los herederos hispanos y los mestizos que se posesionarios de estas tierras.

La lectura que realizo es desde la escritura de la ciudad. Es decir, en el ánimo de inventariar un discurso que se apropia de la Amazonía por criollos y mestizos, y en los inevitablemente emergen los indios. Me interesa el documento desde la parla popular ribereña y lo que la escritura de Jenaro Herrera recoge como pensamiento compartido o imagen construida sobre el periodo del caucho: no se ocupa, en consecuencia, ni será historia principal, se registra como complementaria o como datos sueltos. El caucho involucra, para el periodo que trabajo –fines del siglo XIX e inicios del siglo XX- a indígenas y empresarios caucheros y lo que las empresas acometieron en los territorios indígenas.

Antes de ingresar al tema corresponde hacer dos anotaciones: la primera tiene que ver con la idea del indio, en el caso la producción de 1918 el indio aparece con una larga historia, con identidad de pueblo y a la vez como una moninación propia de la escritura de la ciudad letrada.  En “Dominio de los incas en la región oriental del Perú” (:61-70) afirma que los aborígenes “soportaron a través del tiempo dos conquistas sucesivas” (61), inca y la española. Se detiene en la inca,  esto permite caracterizar en general a los indígenas como poblaciones que resistieron, aunque luego de su derrota, adscribieron al imperio inca, aunque no fue generalizado, como en el caso de los Chachapuyas en la que aparece un héroe huanca (Ancohuallo), en situación similar los Mayorunas “los más (, que) prefirieron la libertad a la subyugación” abandonan sus vegas, e irse a vivir  “a los ríos Yavarí y Alto Trapiche” pero “no conquistó(aron) a los indígenas  Jíbaros, Yahuarzongos, Omaguas y Cocamas, que quedaron siempre irreductibles” (:64);  resistencia que a su vez, en su línea histórica –ya de la colonia- se puede apreciar en  “Origen de los barrancos de Moyobamba” (:53-59).  En esta cartografía Herrera identifica varios pueblos amazónicos como “tribus aborígenes”: “Huanca-chupachos, Ishcaysingas, Chachapuyas, Cascayungas, Muyupampas, Mayorunas, Talabosos y Motilones de los Lamas y de los Saposoas” (61), Jíbaros, Yahuarzongos, Omaguas y Cocamas (Ocamas), Jeberos o Iquitos” (:73), que al mismo tiempo da cuenta de su condición de “salvajes”, “desnudos e incivilizados” (64). Se califica a los indígenas como “indios”, “aborígenes”, “indígenas”, “salvajes” y (71) “indios”

Ahora trabajaré a partir de cuatro tradiciones: “El porqué de las plagas de Iquitos” (:33-43), “La leyenda de El Dorado” (:81-91), “Historia de dos pretensiones célebres” (: 102-118) y  “Por qué en Maynas se conoce a las ratas con el nombre de ‘bayanas’” (119-126). Veamos. Herrera en “El porqué de las plagas de Iquitos”, que fecha “8 de diciembre de 1914”, recoge una tradición que explica los dones que ha otorgado el Dios cristiano a los ribereños, en especial a Iquitos. En esta tradición, San Juan y Santa Bárbara ascienden a los lares de dios para que les conceda buenas al pueblo de Iquitos, así, sin excesos San Juan pide que estos no sufran hambre, que disfruten de un buen clima, que posean abundancia y riqueza, asunto que lo hace con tino, respeto y sumo cuidado, sin que se atolondre el Señor del todo:
–Pero, Señor –replicóle San Juan-, yo quisiera para él [Iquitos] una especialidad vegetal suya, eminentemente suya, entre los muchos dones o los que puedes bien favorecerlo, dadas tu proverbial omnipotencia y tú nunca desmentida bondad.
–¡Pues bien! Tendrá los preciosos árboles  de la Hebea brasilinesis (jebe fino) y Castilloa elástica (caucho), lo que con el andar de los tiempos y los progresos de la industria y la navegación a vapor, le llevarán una corriente continua de oro que le darán, no obstante su apartamiento, una significación mundial y a cuyo impulso progresará, como por ensalmo, en comercio, población e industrias, así como en categoría y rangos político, económico y administrativo, de simple pueblucho que hoy tiene.” (:36)

Santa Bárbara, por el contrario, atolondrada, desatinada y presurosa, no toma en cuenta los gestos del Señor, y vuelve hacer una nueva petición, el resultado será que en estas extensas tierras de la montaña hasta hoy, existen plagas. Pero por fin, los criollos y mestizos son beneficiados con la bondad de Dios; lo conseguido por San Juan, la especificidad de Iquitos; tendrán una riqueza singular que advierte el destino del pueblo, que pasaría de pueblucho a pueblo, pero sobre todo, que tendría una riqueza inmejorable y natural.  Como se podrán ya imaginar para Jenaro Herrera la idea de humano o gente, solo está asociada a los ribereños, es decir, a los migrantes que se instalaron en las riberas de los ríos y construyeron los poblados del siglo XIX. No están para nada los indígenas y si aparecen,  serán exóticos y salvajes, o pertenecen a una historia pasada.  Dios seguramente no se equivocó porque el pedido era para los criollos y mestizos que ya estaban construyendo ciudades en esos lares.  Entonces, la primera imagen será la de un don otorgado por Dios, que transformará al Iquitos en un pueblo próspero, que convierte al territorio indígena en ciudad de blanco, mestizos y extranjeros.[2]
La segunda tiene que ver con la memoria del caucho. Herrera anota en varias ocasiones como un asunto polémico y controversial. Llamará la “candente cuestión del Putumayo” y lo asocia a la “cuestión de límites”  (:91);  y nos recuerda el explosivo asunto que la internacionaliza: “la famosa campaña de difamación que se hizo en Europa contra el Perú, con motivo de los exagerados crímenes del Putumayo, por péñolas asalariadas o interesadas especialmente en fomentarlas en los diarios londinenses de ‘The Trude’ y el ‘The Dayly New’” (:43)  y nos advierte también que se trata  de “los abusos que aquí se perpetra en la industria  extractiva de la goma elástica, que es la más significativa y única si se quiere.” (:43).  Para entonces, las notas de Herrera resultaban actuales y amenas, y seguían con atención lo que estaba ocurriendo con el escándalo de Putumayo. Reconoce que se perpetraron “abusos” por caucheros y acepta, al mismo tiempo, que lo ocurrido con los indígenas son “exagerados crímenes”, es decir, execrables, que descalifiquen cualquier empresa. Adicionalmente, en otra tradición, califica a los caucheros como “hordas nómades y errantes” que “tan solo destruyen pero que nada edifican, que talan las selvas y bosques en demanda del caucho” (:125).

Si la Amazonía, Iquitos, aparece dotada por la voluntad divina y se ha producido los excesos, estos no parecen tener un culpable tal como aparecen en la documentación existente.  Aparece más bien la imagen del hombre emprendedor, pioner y patriota. Me voy a permitir hacer una extensa cita de su tradición “Historia de dos pretensiones célebres”, en que aparece en retrato de Arana:
“Julio C. Arana, cauchero, comerciante y hombre público que ha tenido en Loreto los negocios más extensos y en los ríos Yavarí, Yurúa, Purús, Acre, Putumayo y Cahuinarí, tributario del Alto Caquetá, con casas comerciales en este puerto y en el de Manaos y una flota de siete vapores que hacían tráfico entre ellos; habiendo tenido la rara suerte, con su dinero y con su actividad industrial, de peruanizar completamente el río Putumayo, como Nicolás Suárez bolivianizó la hoya del Madre de Dios y casi toda la región NO de ese país, y organizó en Londres la  Peruvian Amazon Rubber Company Limited, con un capital de 1.000.000 libras esterlinas, de cuya sociedad fue presidente, alcalde municipal de Iquitos en 1902, presidente de la Cámara de Comercio en 1901 y de la Junta Departamental en 1898  y 1901.” (:115)

Recuérdese que Leyendas y tradiciones de Loreto aparece en 1918, por momentos el narrador de Leyendas, declara el ahora en 1907, por ejemplo, cuando observa que la principal materia de explotación y exportación es el caucho, “que justamente constituye hoy [1907] la principal y más importante industria extractiva de Loreto” (:122).  Y cuando nos proporciona el retrato de Arana lo pone como un empresario mayor y emprendedor, capaz de establecer una inmensa fortuna y tranzar negociaciones con el capital inglés.  En el mismo contexto, deja entrever, como parte del debate interno  sobre el diferendo con Colombia, Arana aparece como el patriota, el empresario que peruanizó en río Putumayo (cf. Paredes [1912] 2012:88). Ni una palabra sobre las oscuras relaciones de la Casa Arana, ni los siniestros movimientos en los que Arana estuvo implicado y la forma como finalmente no fue arrestado, tal como lo notifican las noticias posteriores, que lo convierte en un representante del estado, Senador de la República.


[1] Cito por la segunda edición, de la de Moyobamba 2003.
[2] La idea de tierra pródiga está también en La Ciudad de los Reyes.

Referencias bibliográfica:
Casement, Roger.  Libro Azul Británico. Informes de Roger Casement y otras cartas sobre las atrocidades en el Putumayo. Intr. Alberto Chirif. Trad. Luis Elvira Belaunde. Lima: CAAAP Centro Amazónico de Antropología y Aplicación Práctica – Grupo Internacional de Trabajo sobre Asuntos Indígenas (IWGIA), 2012.
Chirif, Alberto. “Los caucheros y su pretensión civilizadora” en La defensa de los caucheros.  Iquitos: Monumenta Amazónica. CETA – IWGIA 2005. <http://www.ibcperu.org/doc/isis/8884.pdf>
Chirif, Alberto (y) Cornejo Chaparro, Manuel (Ed.). Imaginario e imágenes de la época dl caucho. Los sucesos del Putumayo. CAAAP Centro Amazónico de Antropología y Aplicación Práctica – Grupo Internacional de Trabajo sobre Asuntos Indígenas (IWGIA), Universidad Científica del Perú, 2009.
Paredes, Rómulo. “Los informes del Juez Paredes” en Chirif, Alberto (y) Cornejo Chaparro, Manuel (Ed.). Imaginario e imágenes de la época dl caucho. Los sucesos del Putumayo. CAAAP Centro Amazónico de Antropología y Aplicación Práctica – Grupo Internacional de Trabajo sobre Asuntos Indígenas (IWGIA), Universidad Científica del Perú, 2009; pp.75-133.
Dávalos y Lissón, Pedro. (1904) La ciudad de los Reyes. Época histórica de 1884 a 1895. 3ª ed. Lima: Instituto Nacional de Cultura, 1989.
Herrera, Jenaro. Leyendas y tradiciones de Loreto. Primera serie, con 38 leyendas. Iquitos: Imp. El Oriente, 1918. Moyobamba: Dirección Regional de Educación de San Martín/ Editores Asociados, 2003.
----. Obra poética. Compilación y estudio de Manuel Marticorena Quintanilla. Moyobamba: Gobierno Regional de San Martín, 2011 (Autores Clásicos Sanmartinense, v. 3).
Ramírez, Luis Hernán.  “Jenaro Herrera: primer narrador” en Jenaro Herrera, Obra poética. Compilación y estudio de Manuel Marticorena Quintanilla. Moyobamba: Gobierno Regional de San Martín, 2011 (Autores Clásicos Sanmartinense, v. 3).  (Solapas)