jueves, 9 de julio de 2009


Las mesas de diálogo indígena son ahora “mecedoras”


Roger Rumrrill

Para quienes todavía dudaban que la hoja de ruta del gobierno del presidente Alan García post tragedia de Bagua del 5 de junio es la polarización y la confrontación para defender el modelo neoliberal y el continuismo político con uñas y dientes, el parchado gabinete presidido por Javier Velásquez Quesquén es una señal que está diciendo a todos los peruanos que lo que se viene en los dos años finales del gobierno es realmente la “guerra” anunciada por el presidente.


Velásquez Quesquén, que como presidente del Congreso guardó bajo siete llaves las conclusiones de la comisión multipartidaria que opinó que los decretos legislativos que los indígenas amazónicos reclamaban su derogatoria eran anticonstitucionales, es el nuevo primer ministro encargado de poner en marcha la maquinaria del “orden” en el país. En esta nueva coyuntura, las cuatro mesas conformadas para solucionar los problemas indígenas se convierten poco menos que en “mecedoras”. No sólo porque sus cronogramas de trabajo son muy largos y difusos, por el ninguneo que hace el gobierno de esas mesas sino porque todo hace suponer que el plan es desmantelarlas, en una estrategia paralela al descabezamiento de Aidesep. Este proceso ya está en marcha. Un grupo numeroso de indígenas Awajún manipulado por el gobierno ha llegado a Lima y su paradero es un secreto. En Aidesep creen que posiblemente este grupo de topos sea utilizado por el gobierno para tomar el local de la organización y luego llevarlos a Palacio para un besamanos con el jefe de Estado.


Simultáneamente, están manejando a dos adversarios a muerte de Alberto Pizango Chota y que hace tiempo ambicionan con apoderarse de Aidesep: Alexander Teetps Wishua y Sundi Simón, expulsados de sus bases por manejos irregulares de fondos. Ambos están convocando a un congreso para elegir una nueva directiva en Aidesep. El mismo Teeps Wishua fraguó una carta notarial en mayo pasado para desalojar a Pizango Chota de la presidencia de la organización indígena, antiestatutariamente.


Alexander Teetp Wishua y Sundi Simón, conocidos comos los “chichirichis, a la vez coordinan con los llamados “líderes históricos”, en su mayoría Awajún y Wampis, traídos a Lima por el gobierno, que se mueren de celos por el liderazgo de las nuevas generaciones y que sueñan con retomar Aidesep.


Pero el poder en el mundo indígena no está en la cúpula como en el partido aprista, sino en las bases. Y si mañana el gobierno coloca a Teeps y demás topos fraudulentamente en Aidesep, será el presidente de una organización fantasma. Porque el poder reside en las organizaciones regionales que se preparan a resistir esta antidemocrática arremetida del gobierno del doctor Alan García Pérez.

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