martes, 18 de agosto de 2009


“Los tiempos vienen duros” para las comunidades nativas – Historia y mapas

 
Un análisis al trasfondo del conflicto entre los indígenas y el Estado peruano

El Estado peruano históricamente ha debilitado la seguridad
territorial de las poblaciones indígenas de la selva. El resultado: Conflicto.

La marcha que realizaron ayer los ronderos en la plaza de Bagua Grande, contra el traslado a Lima del juicio sobre la tragedia del 5 de junio, fue pacífica; pero la Policía Nacional había desplegado más de 500 efectivos como medida de seguridad. Por otro lado, el Representante de las Comunidades Awajún-Wampis en AIDESEP, Salomón Awanash, ha vuelto a advertir al Gobierno que, si continúan como hasta ahora las negociaciones para la pacificación y el respeto a los pueblos indígenas, la protesta se reiniciará y los indígenas amazónicos esta vez no irán a las carreteras, pero cercarán sus territorios y tomarán los espacios que tienen las empresas extractoras en su interior. Esto hace pensar que “los tiempos vienen duros”, y ésa fue la frase que cerró la primera exposición del Desayuno de Trabajo con la Prensa Nacional y Extranjera El Conflicto Amazónico: Explorando el Trasfondo, en el que se analizó algunas de las razones más importantes por las cuales el conflicto entre los pueblos indígenas y el Estado llega a estos niveles tan peligrosos.

El evento fue organizado por el Instituto del Bien Común (IBC) y sirvió para analizar los temas de fondo que generan el conflicto entre los indígenas y el Gobierno peruano, conflicto que a pesar de permanecer en tensa calma luego de la derogatoria de los principales decretos legislativos que motivaron la protesta, parece ahora que volverá con fuerza.
HISTORIA Y PERSPECTIVA INDÍGENA. IMPACTO DE LOS PREJUICIOS DE LA SOCIEDAD NACIONAL

La Presidenta del Consejo Directivo del IBC, Frederica Barclay, inicia su exposición diciéndonos que no es posible “hablar de los prejuicios de la sociedad nacional sin entrar en una complicada discusión acerca de lo que es la sociedad nacional”. En ese sentido y como el rico desayuno era para los periodistas, hizo bien en comentar que hacía unos meses intentaban interesar a la prensa en el tema de la minería en la Cordillera del Cóndor, pero lo que encontró fue bastante indiferencia. Ahora por supuesto, luego de la tragedia en Bagua, de todo lo ocurrido y de que el tema es de interés de todos, la prensa está más atenta a estos temas, pero quizá sea cuestión de coyuntura y Agenda Mediática, aunque esperemos que no, ojalá que no, y mejor que no, por el bien del país. Innegablemente entonces, el asunto del prejuicio hacia los indígenas también nos tocó a nosotros los periodistas, y en esto se hace un reconocimiento de la responsabilidad y se acepta el parche de Frederica.

Pero el prejuicio también lo tiene el Gobierno. Al respecto, la antropóloga sostuvo: “Hoy es increíble que el Gobierno sostenga que la violencia ocurrida en Bagua [5 de junio] tuvo origen en el salvajismo y violencia de los Awajún y Wampis que mantenían el bloqueo pacífico de la carretera Fernando Belaúnde. Desde esa perspectiva, los propios indígenas son los responsables de las muertes de los policías… y son los causantes de su propia muerte."
 Un mes y medio después de lo dicho en el evento (realizado el 2 de julio 2009), las palabras siguen vigentes al saber cómo el Ministro de Justicia, Aurelio Pastor, explicó la primera semana de agosto, ante el Comité para la Eliminación de la Discriminación Racial (CERD) de Naciones Unidas (ONU), que la culpa de todo lo ocurrido en Bagua la tenían los azuzadores, nacionales y extranjeros, de medios de comunicación, religiosos y de cualquier tipo; negando de esta manera que los indígenas tengan la capacidad de reaccionar autónomamente para defender sus derechos. Es decir, prejuicio puro, pues no piensan que los grandes empresarios son azuzados cuando tienen un reclamo, o lo mismo si se trata de un grupo de propietarios de algún distrito limeño.
Con todo esto, Frederica cuenta que en un prolongado tiempo y en intensa lucha, los pueblos indígenas han ido ganando el respeto a sus derechos, pero al mismo tiempo aclara:
“Si uno mira para atrás, es grande lo que se ha conseguido en términos de derechos, pero al mismo tiempo, en ese lapso, el bienestar ha disminuido en muchas partes [de los territorios indígenas]. La comida, el pescado y la carne son escasos; el agua de las quebradas está sucia… Ahora el dinero es necesario todo el tiempo… Cada vez más niños han pasado a integrar el Desayuno Escolar, el Vaso de Leche, a participar en el Programa Juntos. Se pensó que eso [el respeto a sus derechos] traería mayor bienestar, pero eso no ha pasado. Hay una curva descendente de servicios que se interpretan como deterioro de la calidad de vida, y eso llega en un momento en que las noticias sobre el ingreso de las petroleras en territorios [indígenas] asoman por todos lados, sin saber con quién hay que tratar y qué planes tiene el Estado o las empresas para garantizar el territorio.”
Es decir, pensar que la situación de los pueblos indígenas ha mejorado porque ahora se han firmado tratados/y legislado sobre sus derechos, también es prejuicioso. La realidad demuestra que su situación no ha mejorado, la “puesta en vigencia” de sus derechos puede ser más un cúmulo de papeles impresos debido a la necesidad de hacerlo luego de que ellos hayan peleado tanto para conseguirlo, como una reacción ante la intromisión en sus territorios de las empresas extractoras (caucho, madera, hidrocarburos, conocimiento, patentes). Mucho más prejuicioso es pensar que porque llegan las empresas a sus territorios a ellos les va a ir mejor. Frederica cierra su exposición de esta manera:
“Estas medidas contra la selva han sido percibidas como que los derechos
indígenas han sido agotados y que ha llegado una etapa en que van a defender con
los dientes no sólo lo que faltaba lograr, sino lo logrado…Los tiempos vienen
duros.”
LA SITUACIÓN DE LOS PUEBLOS INDÍGENAS EN LA AMAZONÍA PERUANA. UNA VISIÓN DESDE LOS MAPAS DE 1969-2009

“En ese mapa que fue producido por el Instituto de Investigación de la Amazonía Peruana, vemos en los espacios amarillos las 1235 comunidades nativas que han sido reconocidas y demarcadas desde 1974. A primera vista, la impresión que da es que hay bastante espacio; hablamos de unos 10.5 millones de hectáreas demarcadas, además de 2.8 millones de hectáreas demarcadas para territorios indígenas (que es una figura distinta, pues son los espacios de protección para poblaciones indígenas en aislamiento), y cinco reservas territoriales demarcadas desde los 80; y eso nos da un total de 13.3 millones de hectáreas demarcadas. ¿Y por qué digo demarcadas y no tituladas? Porque en 1978 se hizo un cambio en la Ley de Comunidades, reconociendo como su propiedad sólo las tierras clasificadas para uso agropecuario. Las tierras de uso forestal ya no se titulaban; el Estado sólo las concedería en uso y no tenemos los datos exactos, pero podríamos hacer un cálculo que de los 10.5 millones de hectáreas, el 40 por ciento de áreas demarcadas podrían ser de propiedad de los indígenas, y el 60 por ciento concedidas en uso [a las comunidades] pero en manos [propiedad] del Estado.”
Así explica el Director Ejecutivo del IBC, Richard Chase Smith, cómo es que las cifras dadas por el Gobierno no son tan exactas; es decir, que no son 13.3 millones de hectáreas las que pertenecen a las comunidades nativas, sino que, en realidad son mucho menos, pues para que sean suyas estas hectáreas las comunidades nativas deberían tener su título de propiedad, pero eso no es así. Richard también subraya que no son solamente 1235 comunidades nativas, pues “según los datos que el SICNA [Sistema de Información sobre Comunidades Nativas de la Amazonía Peruana] ha recogido quedan por demarcar y titular 277 más.”

También mencionó que debe haber cientos de casos de solicitudes de ampliación de demarcación de tierras. Se va desbaratando así el panorama planteado por el Gobierno de que las comunidades nativas “son dueñas” de 13.3 millones de hectáreas y que tienen mucho territorio en sus manos. Pero además, el especialista explica que las demarcaciones en el Perú se hacen para asentamientos de cada comunidad, es decir, de las que llegan a inscribirse en Registros Públicos como tales, y que de esa manera no se demarcan espacios continuos para los pueblos indígenas, sino espacios separados para cada comunidad; mientras que en países vecinos los territorios de los pueblos indígenas son mas continuos (Ver mapa). “En el Perú se reconoce y se titula asentamientos [comunidades individuales], no pueblos enteros.”; resume Chase.


Cuenta el Director Ejecutivo del IBC que, a lo largo de los años, los mapas se han ido formando con la superposición de diferentes elementos con los territorios de los pueblos indígenas. Para empezar, las Áreas Naturales Protegidas (ANPs), que desde Manu se fueron superponiendo a territorio indígena (Ver mapa). Aunque desde la creación en el 2001 (gobierno Paniagua) de una Mesa Multisectorial para coordinar este tema las cosas han mejorado, las secuelas han quedado. El otro asunto son los Bosques de Producción Permanente (BPP), los cuales desde la nueva ley forestal del 2001 se dan en concesión a las madereras; y estos BPP también se superponen a territorios indígenas (Ver mapa), sin que en este caso tampoco se haya realizado alguna consulta previa. Por último, en el tema de las superposiciones surge un tercer elemento: Las concesiones de los Lotes Hidrocarburíferos. Richard sintetiza:
“La tercera fase de esta ocupación del espacio amazónico empieza en los 70. El gobierno militar construye en el norte el oleoducto nor-peruano. Fue con el gobierno de García que se da una expansión enorme: La cobertura de lotes petroleros en la Amazonía crece de 15 por ciento a 75 por ciento de cobertura amazónica. El estimado que hemos hecho en el IBC es que el 95 por ciento de las comunidades nativas hoy en día están cubiertas por lotes petroleros. Creo que viéndolo gráficamente impacta…”  (Ver mapa)

Fuente: Tsiroti.com

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