domingo, 1 de febrero de 2009


El hombre que adora el dinero se aleja de Dios


Por: Efraín Esteban Churampi


Una de las grandes causas de los problemas de los seres humanos está en que la gran mayoría adora el dinero. Una cosa es trabajar por una remuneración, necesitar dinero; pero otra muy distinta es adorar el dinero, creer que éste lo compra todo, que es el origen de la felicidad. Entonces el hombre se materializa, se metaliza, se deshumaniza, se bestializa.

La gente vive, lucha, se sacrifica, por conseguir dinero de cualquier modo, a cualquier precio. Dinero y más dinero, para comprar y acumular cosas y cosas, creyendo que encontrará la felicidad. Pero no lo consigue, vive triste aparentando alegría, solitario en medio de la multitud, lleno de preocupaciones que le impiden actuar.

Los padres no dan importancia a la educación y a la formación de la personalidad de sus hijos, creyendo que basta ser un padre "responsable" que cumple sólo con sus obligaciones materiales de proveer alimentos, vestido, útiles escolares, etc. Los esposos creen que la esposa requiere únicamente regalos materiales para sentirse feliz y por eso la acarician sólo antes de hacer el amor.
Y en este mundo materializado, en el que el dinero es el nuevo "Dios", la gente vive frustrada, desilusionada, infeliz. Y es que lo material se agota, se desgasta, hastía. El uso de los bienes materiales que compramos y estrenamos poseen una especie de utilidad temporal (no marginal) decreciente, en el sentido de que un bien nuevo nos llena de gran alegría, pero temporalmente, de modo que al pasar los días o semanas ya no produce la misma emoción inicial, por lo que la rutina de una vida triste y solitaria continúa.

La felicidad es la esencia del espíritu (es esencialmente espiritual), un gozo del alma. No se encuentra en la cuestión material, en el estómago o en los órganos de los sentidos. Por eso, la felicidad radica en la alegría del alma, en la satisfacción del espíritu; en dar y recibir respeto, reconocimiento, cariño, estimación, aceptación, valoración, en suma amor puro y noble.
Precisamente el primer mandamiento dice: "amar a Dios sobre todas las cosas". Ahí reside la esencia de la felicidad. En la medida en que el ser humano se acerca más a dios, se humaniza más, ya que está hecho a imagen y semejanza de él. Diría que al acercarnos más a Dios no espiritualizamos más, nos llenamos de gozo, nuestros corazones se llenan de emoción. Al amar de verdad a Dios nos amamos más y amamos más al prójimo.

Ello no significa que renunciemos a lo material, como a una vivienda, a un vestido, a una alimentación, etc. y vivamos como unos angelitos en la tierra. Se debe entender la materialidad como la satisfacción de nuestras necesidades básicas que garanticen nuestra subsistencia como seres humanos. Pero de ahí a adorar el dinero y todo lo material existe un abismo.
Y en la medida en que el hombre adora el dinero se aleja de Dios, se acerca al demonio. Entonces la vida se convierte en una guerra global por tener más mercados, más ganancias, más cosas materiales, donde el hombre ya no es hermano del hombre, sino su rival, su enemigo, su verdugo, su carcelero, su sepulturero. Es una guerra de individuos, grupos, corporaciones o bloques contra el mundo.

En esta vida loca, endemoniada, se trata de acumular riquezas materiales a expensas de los pobres, de triunfar a costa del fracaso de los demás, de progresar haciendo atrasados a los débiles, de fortalecer unos negocios haciendo quebrar otros.

Y los gobernantes, los legisladores, están más preocupados en construir carreteras, puertos y otras obras públicas, para que el país se "desarrolle". Y no se preocupan de la educación de los ciudadanos, de la cultura de los compatriotas, de la personalidad nacional. Aparte de cristianos auténticos y personas decentes que hay en cada país, la gente no se preocupa de los valores espirituales, ni en los de sus propios hijos. Por eso la corrupción se mantiene firme y los corruptos no se avergüenzan, al contrario alzan la frente y gritan porque muchos los respaldan en secreto o abiertamente.

Doctor en economía, DECANO DE LA FACULTAD DE CIENCIAS ECONÓMICAS Y ADMINISTRATIVAS DE LA UNAS. http://www.problemasypropuestas.ning.com/

2 comentarios:

Raul Gamarra dijo...

Saludos doctor Efraín Esteban:

El que suscribe es una persona resiliente y emprendedora que ha logrado salir de la pobreza extrema mediante el estudio y el trabajo.
En primera instancia hemos logrado vencer la miseria en el seno de mi primera familia (padres).
En segunda instancia al formar mi propia familia, con la misma tónica: educación y trabajo, hemos logrado formar una familia empresaria para mejorar nuestra calidad de vida. Le damos su lugar al dinero y nuestras proyecciones son de superación académica para lograr nuevas oportunidades que nos permitan trascender en la vida y no acumular riquezas materiales que son decisiones propias de personas que no saben para qué viven.
En cuanto a su posición de que la mayoría de personas adoran el dinero, me parece que usted se olvida que más de la mitad de peruanos se encuentra en pobreza y pobreza extrema. Ellos no adoran el dinero, buscan ganar el sustento para sobrevivir.
Nuestro país necesita de personas emprendedoras y trabajadoras que asuman la responabilidad de sacar adelante a sus familias, por lo que su opinión pudiera ser tomado como un argumento para justificar la ociosidad, pereza y el asistencialismo de muchas personas que son conformistas y resignadas a su pobreza. Y si le añadimos la religión, que bien les caería la bienaventuranza: Bienaventurados los pobres porque de ellos es el reino de los cielos...
Son pocos los adoradores del dinero que acumulan riquezas y se les conoce como los grupos de poder económico, sin embargo, se sienten inseguros porque tienen que cuidar sus tesoros, temen ser secuestrados, asaltados... Pero, cuidado con envidiarlos, porque desde mi óptica aparentan felicidad, pero son seres infelices y desgraciados que no han aprendido nada de la autorrealización, etapa última de la pirámide de Maslow que nos muestra el camino de la trascendencia personal.
Cordialmente,
Lic. Raúl F. Gamarra Huertas.

Boecio dijo...

Buen día.
La primera mitad del comentario del Lic. Gamarra rescatable, y el artículo del Dr. Efraín, sin comenarios.
Sólo quería decirle que desdice su título de Doctor dándoselas de "teologito"... Zapatero a sus zapatos, reza un refrán. Y no se olvide que se trata de la sabiduría popular. Me hubiera gustado un artículo más acorde a su especialidad y a su rango de catedrático. Pensé que el nivel de las UNAS estaba a un buen nivel.
Respecto a la pobreza, le recomiendo leer el informe que ha hecho la UNICEF a mediados del año pasado. Muy acertado y muy preciso. Y no me venga satanizando a la gente que se sacrifica por salir de la pobreza. Un dato más, no se olvide que estamos en un país tercermundista.

Boecio