Santa María de Nieva.
Hace unos días tuve la dicha de visitar a mis amigos de la Comunidad Nativa de Chapiza, ubicada en la cuenca del Río Santiago; ingrata fue mi sorpresa en encontrar al mejor amigo del hombre almorzando uno de los sobrecitos que el PRONAA reparte a las comunidades indígenas con la finalidad de combatir la desnutrición.
Según UNICEF [2], la tasa de desnutrición en Condorcanqui alcanza el 70% de los niños menores de 10 años, y al poder ser testigo de la escena (antes que indignarme) fue momento oportuno el preguntar al dueño de casa el porqué de la situación. Antes de contestarme entre risas me expresaban que no solo los perros eran quienes degustaban de tan nutritivo potaje sino también los pollos, peces o cualquier otro animal de la casa que tenga hambre.
Con ese polvito, el pollo crece mucho más rápido y está más gordo [3] La respuesta a una sola voz de los integrantes de la familia fue: “es feo, no nos gusta, no podemos comerlo, algunas veces le ha dado diarrea”. En ese momento recordé de los platos que en casa, cuando era niño no me gustaba pero que mi madre me obligaba a ingerir porque decía era que nutritivo. Fue entonces cuando por las escenas repetidas en mi inconsciente me impulsaron a repetir frases de responsabilidad sobre las comunidades indígenas; “están desnutridos porque quieren”, el Estado invierte millones en las comunidades y ellos alimentan a las mascotas”, “las comunidades están mal porque se lo buscan”; sin embargo decidí mirarlo desde la otra orilla, o desde la otra cara de la moneda como algunos lo llaman, y para ello recuperaré algunas de las experiencias que he tenido que vivir con mis amigos indígenas, con quienes nunca dejo de aprender.
En alguna oportunidad en reuniones realizadas en las comunidades. A la hora del almuerzo me han invitado a degustar el famoso “suri” (Gusano de aproximadamente 4 centímetros de largo y un grosor no menor al de mi dedo meñique) y obviamente me he negado cuantas veces me lo han ofrecido, porque creo que no me gustará y la sola presentación no es tan apetecible para mí. Sin embargo ellos refieren que el “suri” tiene muchas proteínas y puede curar el asma; pero ni aún esas explicaciones me han motivado a degustar de este plato típico indígena. Si realizamos una comparación de las situaciones, entre lo que el Estado a través de sus programas les entrega a las comunidades y lo que para mí significa comer “suri”; creo que no existe diferencias.
Uno de los profesionales de salud de la Comunidad de Chipe “no daré nombres por las represalias” me refería que una de las alternativas para mejorar la nutrición en Amazonas era la producción de productos nutritivos pero que sean parte de su dieta alimenticia, no la entrega de productos que son ajenos a su dieta alimenticia, porque en algunos casos su organismo no está acondicionado a digerir con facilidad, originando diarreas, cólicos de gases entre los más comunes; y, siendo una cultura muy sensible éstos productos en algunos casos han originado que las personas crean que los están envenenando o es un problema de brujería[4].
En la comunidad Nativa de Achuaga, nos referían que las personas recibían estas bolsitas de suplemento alimenticio del PRONAA, para venderlos a los que eran propietarios de piscigranjas.
Este tipo de situaciones se origina cuando los técnicos encargados de diseñar un plan no toman en cuenta el aspecto cultural y creen que todos piensan como ellos, o, cuando se cree que somos personas con alguna discapacidad mental que tenemos que ser cuidadas y nunca como un ciudadano, pues claro al final los únicos favorecidos son las empresas que ganan estas licitaciones de elaboración de estos productos alimenticios.
Este tipo de situaciones se origina cuando los técnicos encargados de diseñar un plan no toman en cuenta el aspecto cultural y creen que todos piensan como ellos, o, cuando se cree que somos personas con alguna discapacidad mental que tenemos que ser cuidadas y nunca como un ciudadano, pues claro al final los únicos favorecidos son las empresas que ganan estas licitaciones de elaboración de estos productos alimenticios.
El PRONAA en el año 2008 ha tenido como presupuesto total: 335´846,206. 78 nuevos soles y el PRONAA Imacita: 1,766,856,84 nuevos soles; (5) y al parecer los resultados no se verán si es que la estrategia o el cambio del producto alimenticio que se entrega varíe.
Es probable que este diagnóstico, del que puedo asegurar que se repite en CCNN Chipe, CCNN Chapiza, CCNN Achuaga, CCNN Utt y CCNN Soledad; no sea tomado en cuenta porque no es oficial, entonces creo que es oportuno que se realice una evaluación seria de este programa porque nos cuesta a todos los peruanos y no está dando los resultados que se esperan porque al parecer no se cuenta con un buen equipo de trabajo.
[1] Abogado de la Universidad Nacional de Piura. Especialista en Derecho Municipal y Regional, Especialización en Gestión de la Política Social y Especialización en Gestión de Desarrollo Sostenible. Cuenta electrónica: nrrubendario1980@yahoo.es
2] Informe presentado en Setiembre del 2008, en el Auditórium de la Gerencia Sub Regional de Amazonas, Condorcanqui.
[3] Jefe de la Familia Tsamajen
[4] La brujería en las comunidades awajún se castigan con la muerte.
[5] Información presupuestal del PRONAA. Disponible en:
World wide web: http://www.pronaa./ gob.pe/transpare ncia_pronaa/ presupuesto/ presupuesto_ 2008.htm
[3] Jefe de la Familia Tsamajen
[4] La brujería en las comunidades awajún se castigan con la muerte.
[5] Información presupuestal del PRONAA. Disponible en:
World wide web: http://www.pronaa./ gob.pe/transpare ncia_pronaa/ presupuesto/ presupuesto_ 2008.htm
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