AMAZONÍA PERUANA, ¿NO ES NECESARIO CONOCERLA?
Reflexiones para la diversificación curricular
Reflexiones para la diversificación curricular
Gabel Daniel Sotil García
Pruebas del profundo desprecio de la riqueza cognoscitiva ancestral y el desconocimiento de nuestra región son las sucesivas épocas de falsas ilusiones sociales generadas en los encuentros de recursos de duración pasajera que, más que soluciones, han significado la profundización de nuestros problemas o la creación de nuevos problemas (boom del caucho, de la madera, de las resinas, del oro, del petróleo). Lo prueba el extractivismo mercantilista, que nos empeñamos en practicar, pese a sus efectos negativos. Lo prueba, también, el protagonismo excluyente que la sociedad mestiza viene desempeñando al margen de los diversos grupos socioculturales presentes en este escenario, cuyo núcleo de dominación tiene como principal propósito centralizar el poder y aprovechar los recursos naturales, al margen de consideraciones de carácter ético y axiológico, tales como la equidad, el respeto, la democracia intercultural, etc.
Nos encontramos, pues, en una región esencialmente considerada, en la percepción nacional y regional, sólo como proveedora de materia prima, en la cual el estado se hace presente sólo en forma controlista y punitiva, como protector de los bienes que le significan divisas, provenientes de las exportaciones, para las arcas nacionales. El rol promotor, organizador, estimulante que debería asumir para crear condiciones endógenas para nuestro desarrollo, se ve sobrepasado por la presencia impositiva que cada gobierno central se empeña en ejercer para demostrarnos su poder, a través de representantes que sólo esperan cumplir las órdenes que les imparten sin importarles sus consecuencias.
Por todo ello es que, podemos afirmar, lo más ausente en todo este panorama relacional entre el país y esta región es la necesidad de conocerla y de promover su conocimiento certero, real, más allá de perjudiciales fantasías, que no hacen sino tergiversar nuestra realidad, y, por ende, generar incorrectas decisiones.Bien podemos afirmar que en estos momentos la Amazonía es la gran desconocida en nuestro país. Y también dentro de nuestra propia región.
Por ello es que no nos extraña que todos los gobiernos centrales se hayan propuesto “desarrollar la Amazonía”. Es decir, actuar en ella para mejorar sus condiciones; pero, ¿qué condiciones? Si no las conocen, mal pueden mejorarlas. Las personas e instituciones que los vienen representando por casi quinientos años, siempre han sido pasajeras; han durado lo que duraba, y a veces mucho menos, la intención de los gobiernos de turno. Quienes venían, con pocas excepciones, lo hacían para ejecutar órdenes, es decir, con un libreto a cumplir para poner en vigencia disposiciones adoptadas muy lejos de la región por gente que la ignoraba en sus peculiaridades, y que no tenía más compromiso que el de cumplir con su encargo burocrático, con agenda pre-establecida, en la cual no cabía ni la más remota posibilidad de buscar respuestas, de crear soluciones a los problemas regionales, pues el guión venía escrito; luego de lo cual, se regresarían seguramente que sin haber visto un solo problema de gran importancia.
Hasta hoy, el país no ha diseñado un plan de acercamiento para conocerla, comprenderla y comprometerse con su desarrollo. Ha preferido mantenerse en el marco conceptual y actitudinal coherente con los prejuicios y esa falsa imagen generada sobre ella a partir de la ignorancia. Por ello es que sólo la viene usando como fuente de recursos (lo más fácil, por cierto) con la complicidad de las propias autoridades regionales, a los que aprovecha explotándolos hasta su extinción. Las pruebas las tenemos en recientes decisiones del más alto nivel gubernamental, todas ellas lesivas a los intereses de esta región.
Hasta hoy, también, muchas instituciones se acercan a ella sólo para conquistarla, es decir, para incorporarla a sus dominios unas veces conceptuales, otras veces axiológicos y, algunas otras, prácticos; pero siempre para servirse de ella, nunca para servirla en sus más altos intereses. Para muchas instituciones (sobre todo religiosas y políticas) y personas, todavía, a la selva se debe llegar con armas de conquista, de imposición, como serían los arcabuces en su tiempo.
El “atraso” de su gente no amerita otra actitud, según esta equívoca, falsa, percepción.Parecería, por lo tanto, que nuestra región está condenada a sufrir un avasallamiento tras otro. Primero, la evangelización y la castellanización de los “indios” por parte de los conquistadores; más tarde, las acciones de civilización de los “salvajes” por parte de los programas estatales; luego serían los programas de colonización de este “inmenso territorio deshabitado”; hoy, la “modernización” de nuestras formas de vivir mediante las concesiones petroleras, madereras, auríferas, que no son sino mecanismos para viabilizar la desnaturalización de nuestras formas de vida. Los partidos políticos, las organizaciones religiosas a través de sus muy diversas confesiones, las empresas nacionales y trasnacionales, etc. vienen con esa misión: conquistar nuestra región, enseñorearse en ella.
Es decir, siempre objeto de imposición; nunca de conocimiento y comprensión.Nunca de respeto.
(*) Artículo publicado en el Blog: http://tipishca.blogspot.com
@ Fotografía: Gabel Daniel Sotil García
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