martes, 29 de marzo de 2011

¿Hambre cero en la selva?

Por: José Álvarez Alonso

Todos los políticos en campaña ofrecen combatir la desnutrición infantil en la selva, una lacra vergonzosa que afecta al 40-50% de los niños en zonas rurales (en algunas comunidades indígenas hasta el 60-70%) y frustra sus esperanzas de superación y desarrollo. Suena muy bien y atrae votos la promesa, sobre todo si la promesa se hace con un inocente niño en brazos del candidato. Todos los gobiernos han intentado acabar con esa lacra, sin mucho éxito hasta el momento.

¿Qué ha hecho los últimos gobiernos? Lo más lógico desde un punto de vista urbano: donar leche a las comunidades, porque el programa del Vaso de Leche iniciado por el recordado Tío Frejolito, Alfonso Barrantes, ha funcionado bastante bien en Lima. Hay una foto para reflexionar sobre la impertinencia de continuar con esa política asistencialista: un perro comiendo leche donada por el PRONAA (Programa Nacional de Asistencia Alimentaria) a una comunidad indígena.

Dicen los que conocen la zona que los indígenas usan la leche para alimentar no sólo a sus perros, sino a sus gallinas y chanchos, e incluso para marcar las líneas del campo de fútbol. Un ignorante de la realidad amazónica los calificaría inmediatamente de ignorantes, valga la redundancia. Pero no lo son: los indígenas afirman que la leche les da vómito y diarrea a los niños. ¿Mienten, o es una cuestión solamente de hábitos? No. Resulta que la mayoría de los indígenas son intolerantes a la lactosa a partir de los tres o cuatro años. ¿Sabe eso la bienintencionada gente que dona la leche, sea del Gobierno o de organizaciones privadas? Sospecho que no, y sospecho que tampoco se han preocupado mucho por averiguar si sus promocionados programas sociales están teniendo el impacto que afirman.
 
Segunda opción, dirían algunos regionalistas: en vez de la foránea y pituca leche les donamos a los indígenas víveres “regionales” que sí pueden digerir y son más acordes con sus costumbres y cultura. ¿Es positivo eso? Sí y no, pues lo negativo es quizás peor que lo positivo, porque si bien esta práctica puede tener un impacto –limitado- en combatir a corto plazo la desnutrición infantil, no es sostenible y, peor aún, puede convertir a los indígenas en mendigos.

¿Qué hacer, entonces? No se puede explicar mucho en las líneas de una columna, pero esbozaré algunas ideas, a riesgo de ser mal calificado: primero, debemos saber dónde está la raíz de la desnutrición infantil: en la falta de proteína y en la parasitosis. La segunda es relativamente fácil de combatir con educación y asistencia sanitaria. La primera no tanto, por lo dicho antes y porque sus fuentes tradicionales de proteína -pescado y carne de monte- son cada vez más escasos en la selva por la sobre explotación y la falta de manejo.

¿Impulsar la cría de animales menores, el cultivo de peces? Eso suena mucho mejor, y lo están haciendo el IIAP, el FONCODES y otras instituciones, y algunas ONG, aunque lamento informarles que con éxito limitado, especialmente en comunidades indígenas, donde no tienen esa cultura “productiva”, y donde han fracasado muchos de los proyectos en esta línea –con las honrosas excepciones de comunidades Awajún y Ashaninka de ceja de selva, donde sí están prendiendo bien los proyectos acuícolas. El fracaso es predecible especialmente cuando algunos ignaros promueven proyectos productivos comunitarios, ignorando que el modo tradicional de producción en comunidades amazónicas es familiar y no comunitario (ese mito ha hecho más daño en la selva que las inundaciones, y hasta ahora siguen algunos proyectos impulsando la mamarrachada).

Un ejemplo de cómo se puede desperdiciar recursos por ignorancia: según escuché hace unos días a un experto, en los últimos años sólo el Fondo Ítalo-Peruano invirtió casi 15 millones de soles en promover entre otras cosas la crianza de ganado en el distrito de Balsapuerto, supuestamente para combatir la desnutrición. Resultado: ahora es uno de los distritos más pobres del Perú, y ha visto agravada su pobreza por este proyecto (y otros similares anteriores) que ayudó a destruir los bosques, a colmatar y dejar sin agua el río Paranapura, y por tanto, a incrementar la desnutrición, porque el pueblo Shawi no toma leche y no come carne de vaca...

Manejo de ambientes naturales

Los indígenas amazónicos estuvieron mucho mejor alimentados en el pasado que ahora, porque tuvieron a disposición abundancia de recursos de fauna silvestre y, especialmente, pescado. ¿Es posible recuperar estos recursos de nuevo? Por supuesto que sí. Comunidades organizadas lo han hecho en algunos lugares conocidos: las comunidades del Área de Conservación Regional Comunal Tamshiyacu - Tahuayo han recibido reconocimiento nacional e internacional por su modelo de manejo sostenible de fauna terrestre, y también tienen logros importantes en recuperación de los peces en sus cochas; otras comunidades están siguiendo su camino en las quebradas Yanayacu, en el área de amortiguamiento de la mencionada ACR, y en el alto Nanay; el reconocido grupo de manejo de los Yacutaita también lo ha logrado en la Cocha el Dorado, y de modo similar algunas otras comunidades en la R. N. Pacaya – Samiria. El pescado, en particular, se recupera de forma relativamente rápida con medidas simples de manejo, y puede contribuir a mejorar significativamente la nutrición, porque es la fuente principal de proteína de las comunidades.

Si el manejo comunal de recursos es una alternativa para mejorar la nutrición infantil, lo más lógico es que el Estado invierta fuertemente en ello ¿no? Pues no: salvo lo que hace el SERNANP en las áreas protegidas de nivel nacional, y el PROCREL en las áreas de conservación regional, el Estado no invierte prácticamente nada en ayudar a las comunidades de la selva a mejorar la gestión de sus recursos pesqueros y de fauna silvestre, a pesar de ser mucho más eficiente en términos de costo/beneficio. Sólo en Loreto, en los últimos 30 años se ha invertido decenas de millones en promover la acuicultura, lo que está muy bien, pero no se ha invertido casi nada en manejo. Los resultados de esta política son bastante magros: el pescado de piscigranjas no llega a las 500 toneladas anuales, mientras que la producción de cochas, ríos y quebradas alcanza más de 50,000 toneladas (y ha descendido a la mitad en los últimos 20 años, justamente por falta de manejo).

Invertir en manejar mejor el recurso pesquero y la fauna silvestre sería la mejor inversión para mejorar la nutrición infantil; el impacto quizás no sea tan visible y “fotografiable” como el de una piscigranja o una posta médica, pero es más barato, más sostenible y más pertinente en términos sociales y culturales. Definitivamente, desde las oficinas citadinas se ven las cosas de otra manera…
(*) Biólogo, Investigador del IIAP.

Fuente: Cuarto Ambiente

martes, 22 de marzo de 2011

¿Desaparecerá la Amazonía?

Expertos vaticinan la desaparición de la mayor parte de los bosques amazónicos para fines de siglo.

Por: José Álvarez Alonso

Lo dicen los científicos: la Amazonía, el ecosistema más rico y biodiverso, y reservorio de un quinto del agua dulce no congelada del Planeta, está en serio riesgo de desaparecer en el presente siglo debido a la deforestación y al cambio climático.

Según estudios recientes, la región suroriental es la que estaría en mayor riesgo de convertirse en las próximas décadas en sabana, un ecosistema biológicamente mucho más pobre y con mucha menor capacidad de almacenar carbono y producir lluvia. La región noroccidental, que incluye a Loreto, sería la que más probabilidades tiene de resistir los embates del cambio climático “siempre y cuando se conserven los bosques”, previenen los expertos.

La Amazonía no será el pulmón del Mundo como se decía en décadas pasadas, pero sí es un gran regulador del clima global, debido a capacidad de absorber carbono (almacena entre 90 y 120 billones de toneladas métricas) y a su capacidad de producir humedad y generar su propio clima.

Sin embargo, el año pasado, durante la tremenda sequía que se abatió por toda la región, la Amazonía dejó de ser un sumidero de carbono para convertirse en un emisor neto, liberando a la atmósfera más CO2 que Europa y Japón juntos; una muy mala noticia para el Planeta, amenazado por el cambio climático.

Se dice que si los escenarios actuales no cambian, la destrucción de los bosques amazónicos aceleraría significativamente el calentamiento global –entre 1 y 2 grados, según algunas estimaciones- y afectaría la agricultura en las regiones limítrofes, incluyendo los valles interandinos, que dependen de la humedad generada en la Amazonía.

La sequía del 2010, un aviso del futuro

El Amazonas, el Rey de los Ríos, el más caudaloso del Mundo, daba pena meses de atrás: por segunda vez en un año batió su récord histórico de nivel más bajo, mientras que algunos de sus afluentes principales como el Huallaga, el Marañón y el Ucayali, quedaron casi convertidos en arroyuelos. Los medios de prensa internacionales alarmaron al Mundo: “El río Amazonas se está secando”, informaba Reuters en septiembre, mientras que Radio Netherlands afirmaba: “El majestuoso Amazonas se transforma en un arroyo”.

La vaciante extrema ha venido acompañada de una ola de calor insoportable y una pertinaz sequía, provocado estragos a lo largo y ancho de la cuenca. Apenas unos meses antes se había batido el récord histórico de temperaturas más bajas en varias localidades de Perú y Bolivia. La población amazónica está desconcertada frente a estos extremos, mientras que algunos predicadores hacen su agosto anunciando el fin del Mundo.

Un cielo ‘panza de burro’, parecido al de la Lima invernal, cubrió por largas semanas la selva baja del Norte del Perú, y el caudal de los ríos seguía bajando y se interrumpía el tráfico de embarcaciones; el sol, usualmente brillante en los límpidos cielos amazónicos, apenas se asomaba moribundo entre la neblina, mientras los suelos de las chacras se cuarteaban por la falta de agua y los cauces de los ríos se secaban, para alarma de los amazónicos.

Luego se supo que los culpables eran los miles de incendios en la Amazonía brasileña. ”Este mundo se acaba”, me comentaba el motocarrista que me lleva del aeropuerto a casa, en Iquitos, aludiendo al calor infernal y la falta de lluvias de los últimos meses. “Nunca hemos visto cosa igual, ni los viejos más antiguos recuerdan una vaciante así”, me comentaba Mamerto Maicua, Awajún, presidente de la organización indígena CORPI-AIDESEP, en San Lorenzo.

Iquitos y otras ciudades amazónicas sufrieron por varias semanas escasez de alimentos, gas, cemento y otros productos de la costa, por las dificultades del transporte acuático; también hubo problemas en el abastecimiento de agua. En la ceja de selva se llegó a situaciones extremas: Tarapoto, Bagua y otras ciudades de la selva norte estuvieron varios meses apenas una horas de agua al día.

En el Huallaga central y el bajo Mayo los cultivos de arroz languidecieron y los ganaderos no tenían agua ni para dar de beber a su ganado. El otrora caudaloso Huallaga llegó a estar tan bajo que se podía cruzar a pie en varios lugares. La prensa informó de varios pueblos abandonados por la sequía, los primeros “refugiados climáticos” de que se tiene noticia en la Amazonía peruana.

El calor llegó en algunos lugares a niveles nunca antes vistos: “37 ºC en Moyobamba, eso nunca había pasado, no llueve, no hay agua, no hay energía eléctrica, el Gera seco, es un chiste ver el puente caído y preguntarte pero que río furioso ha hecho semejante cosa si no tiene agua, parece que la furia se llevó no solo el puente sino también el agua” me escribía Karina Pinasco, una reconocida conservacionista desde esta otrora paradisíaca ciudad. Y me contaba que los bosques de las áreas de conservación ambiental Mishquiyacu-Rumiyacu, y Almendra, fuente de agua de Moyobamba, ardieron por más de cinco días para desesperación de los habitantes de la ciudad.

La ciudad de Pucallpa también estuvo por varias semanas cubierta de humo, aparentemente proveniente de las quemas de bosques en el suroeste de Brasil. En el alto Ucayali y en varias otras zonas de Loreto y Madre de Dios, decenas de comunidades indígenas estuvieron aisladas por varios meses, debido a la extrema vaciante de los ríos que impedía el transporte acuático.

La vaciante también afectó seriamente a los peces, principal fuente de alimentación para la población amazónica en selva baja. “Cada vez hay menos, y son más pequeños. No sé qué vamos a comer, si seguimos así”, se lamenta Julia Soplín, una humilde vendedora de pescado en el mercado de Bellavista, en la confluencia del Nanay con el Amazonas. “El peje se está acabando, a veces no saco ni para dar de comer a mi familia”, me explicaba Segundo Tapayuri, Kukamiria del río Huallaga, mientras tejía sus redes lamentándose de la creciente escasez de pescado.

Fernando Fonseca, agricultor y poeta ribereño del Amazonas, me contaba alarmado: “Muchos de mis árboles se murieron con la falta de agua; algo muy grave está pasando en el Amazonas”. Y parece tener razón, porque la sequía no sólo afectó a la Amazonía peruana; en Brasil, los incendios forestales arrasaron miles de hectáreas de bosques, incluyendo el 80% del Parque Nacional Das Emas, en el Cerrado, mientras que suspendió la navegación en ríos tan grandes como el Rio Negro, el Madeira y el Tapajos. Más de 40,000 cabezas de ganado perecieron de sed en El Beni, en Bolivia, debido a la sequía.

Sólo nosotros aumentamos

“Sólo nosotros aumentamos, y la basura; el resto disminuye cada año: el agua, los peces, los árboles…”, comentaba resignado Ronaldo Fachín, viejo pescador del puerto de Bellavista, en Iquitos, sentado en la proa de su canoa vacía luego de una infructuosa jornada de pesca. Muchos amazónicos comparten su pesimismo, porque han visto como se degradan inconteniblemente los ecosistemas amazónicos al tiempo que los recursos que son la base de su subsistencia se hacen más y más escasos, a la par que los cielos otrora generosos ahora mezquinan su agua.

El anuncio del Gobierno de un paquete de megaproyectos para el alto Marañón, incluyendo hidroeléctricas y trasvase del agua amazónica a la costa, no pudo llegar en peor momento. Los expertos temen que estos proyectos alteraren de forma irreversible los ciclos de crecientes y vaciantes, y los procesos migratorios de los peces, lo que afectaría gravemente el ecosistema de la selva baja y los recursos de los que dependen las poblaciones amazónicas. En Loreto se han alzado crecientes voces de protesta contra lo que ven como una nueva agresión del centralismo, y una más que seria amenaza para una región bastante azotada por la pobreza y la degradación ambiental.

Los ecosistemas amazónicos ya están sometidos a mucho estrés, no sólo por el cambio climático, sino por la contaminación de los ríos, la sobre explotación de los bosques, y la deforestación en las cabeceras de los ríos para cultivos ilícitos. Una nueva agresión podría significar un paso más hacia el colapso ambiental, lo que significaría más hambre y enfermedades para una población ya bastante hambrienta y enferma.

Los climatólogos prevén un incremento de entre 3 y 5 grados de las temperaturas en el Amazonas para fines de siglo. Pero según el Hadley Met Centre, que provee información meteorológica al Gobierno Británico, las temperaturas podrían elevarse hasta 8 grados centígrados. En esas condiciones las sequías y los incendios catastróficos serían generalizados, y sería muy difícil la vida en el Amazonas.

Conjurando el fantasma de la deforestación

La pertinaz sequía que ha asolado la Amazonía es, a decir de muchos científicos, efecto del cambio climático, pero también de la deforestación salvaje en las cabeceras de cuenca, dicen los expertos. Más del 20% de la Amazonía ya ha sido destruida, y algunos modelos establecen que el “umbral crítico” o punto de inflexión está entre el 35 y 45% de deforestación, antes de que colapse el clima amazónico. El bosque amazónico no sólo almacena el agua de la lluvia, sino que la produce: alrededor del 50% de las lluvias amazónicas son producto de la evapotranspiración del bosque. En las zonas deforestadas, las lluvias torrenciales arrastran todo a su paso, produciendo huaycos e inundaciones; cuando deja de llover unos días, las quebradas y ríos se secan.

En la Región Loreto ya se están impulsando medidas para enfrentar los efectos del cambio climático: el 2009 se aprobó una ordenanza regional que protege todas las cabeceras de cuenca, para garantizar la provisión de agua y otros recursos vitales para la población, una medida que le mereció un premio nacional al presidente regional.

El Instituto de Investigaciones de la Amazonía Peruana, en alianza con el Gobierno Regional de Loreto y otras organizaciones, están impulsando proyectos de conservación participativa de bosques con comunidades, bajo los principios del ‘uso del bosque en pie’ y ‘conservación productiva’, como alternativa al avance de la frontera agrícola y a la tala ilegal. Muchas comunidades indígenas, habitualmente reacias a las áreas protegidas, ahora recurren a ellas como un instrumento para conservar los recursos de los que depende su economía. Si se establecen incentivos para conservar los bosques a través del mercado de bonos de carbono -algo que todavía tomará un tiempo según lo que se ha visto en la cumbre de Cancún- es posible que se pueda todavía evitar la catástrofe.

Mientras tanto deben ser descartados todos esos descabellados proyectos de carreteras de penetración con sus desfasados “planes de colonización” y de expansión de la frontera agrícola en suelos pobres de tierra firme; también debe ser frenado todo proyecto de promoción de monocultivos en Amazonía a costa de bosques primarios. En su lugar debe promoverse actividades de aprovechamiento y agregación de valor a productos del bosque en pie por las propias comunidades amazónicas, al tiempo que deben ser recuperadas las áreas ya degradadas con proyectos de reforestación o cultivos permanentes con alta capacidad de captación de carbono y producción de humedad.

Los expertos coinciden en que la conservación y la recuperación del bosque es la mejor -y quizás a corto plazo la única- forma de mitigar el impacto del cambio climático en la Amazonía. El bosque se convierte en un tesoro demasiado valioso para dejar que intereses privados lo degraden o destruyan, por más que los cultivos lleven el falso sello verde de los “biocombustibles”. El Programa de Conservación de Bosques del MINAM debe ser una prioridad nacional, y debe tomarse medidas de emergencia para frenar de una vez por todas la deforestación y la degradación de los bosques. Si hay una esperanza de salvar la Amazonía es protegiendo celosa y decididamente el bosque, ahora.

Artículo del biólogo e investigador del IIAP José Álvarez,

Fuente: Cuarto Ambiente Iquitos 21.03.2011

miércoles, 9 de marzo de 2011

Cambio Cultural y Urbanización En Amazonia


Enric Cassú Camps

La Amazonía es un misterio que se llena a medida que se describe, que crece cuanto más la conoces, que se desdobla sobre tus propios pasos sin agotar nunca sus caminos. Es una tierra poblada de mitos, cuentos e imágenes que desde adentro y desde afuera dibujan los contornos de una realidad siempre cambiante. Desde los relatos originarios de los pueblos indígenas hasta las banderas ecologistas de aficionados y expertos, se teje una vasta red de discursos que ficciona y al mismo tiempo transforma la fisonomía de sus paisajes. Se dice que es el pulmón del mundo, pero consume tanto oxígeno como produce, se dice que es una tierra fértil y abundante, pero sus suelos ácidos y arenosos dificultan la más mínima cosecha, se dice que la región es eminentemente rural, pero la mayoría de sus gentes se concentran en núcleos urbanos, se dice que es un enorme y homogéneo manto verde, pero su diversidad desborda las clasificaciones científicas, se dice que es una tierra salvaje e inexplorada, pero la historia de sus gentes cuenta por más de doce mil años. A pesar de su apariencia imperturbable, de la supuesta indiferencia de la selva y de sus pueblos frente a los cambios que acontecen en el mundo, la Amazonía vive en este tiempo y en este mundo nuestro de cambios fulgurantes.

El contacto entre mundos se tornó permanente. Los intercambios fluyen desde hace ya demasiado tiempo como para que sigamos pensando en esa tierra virgen y prístina de nuestros sueños redentores. Mucho sufrieron sus habitantes al son del progreso europeo y sus conquistas militares, religiosas y mercantiles. Y sin embargo, la historia de los pueblos amazónicos no se cuenta como una derrota. En el contexto de un tiempo marcado por la multiculturalidad y la democracia, siguen produciéndose discursos donde los indígenas son las víctimas del implacable paso del mundo de los blancos. Algunos argumentan la transición de los indígenas al mundo moderno como el inevitable proceso de globalización y de sus ventajas comparativas. Otros ponen de relieve la historia colonial para describir la sujeción de los pueblos indígenas al mundo occidental. Casi todos ven el paso del tiempo como el avance de un olvido de se extiende borrando las huellas de las culturas tradicionales. Casi todos, menos los propios implicados. Para la mayoría de pueblos indígenas no hay lugar para el lamento, para la mayoría, el pasado se cuenta como una narración desde el presente donde permanece solo aquello que permite la vida, que permite seguir viviendo, seguir tejiendo relaciones, seguir multiplicando su gente. Los pobladores amazónicos fueron desplazando sus aldeas desde el centro de la selva hasta las orillas de los ríos por donde circulaban otras gentes, otros objetos, otras ideas. Lo importante siempre fue apropiarse de lo ajeno para multiplicar lo propio. Y así sigue siendo. Encontramos en los barrios de ciudades amazónicas indígenas viviendo como viven los blancos. Y no obstante, ellos conocen dos mundos, y de ellos se sirven para el buen vivir. Asumen las categorías de la pobreza occidental para reclamar alcantarillados, carreteras, escuelas, etc., aunque en su poder está el vivir en la riqueza del que no necesita sino el bosque y los parientes para vivir. La ciudad ofrece un abanico de posibilidades de las que los indígenas no pueden ni quieren quedar al margen. El tránsito supone interrupciones, saltos y conflictos en el interior de cada grupo. Cada generación aprende lo que su contexto reclama, en cada generación se repite el difícil diálogo con sus ancianos, cada generación transforma lo viejo en nuevo. Y así como los cambios son inciertos, el tiempo no se detiene. Se difumina la distancia entre lo tradicional y lo moderno a favor de una nueva articulación entre necesidades y expectativas de la que depende, no la supervivencia de su cultura, sino la calidad de sus vidas. Los indígenas urbanos viven, más que nadie, la necesidad de agenciar mundos diversos.

Igual que los españoles y portugueses de más de dos siglos creían que los indios no poseían alma, los antiguos mitos nativos incorporaron a los blancos por debajo la categoría de gente. E igual que la cultura occidental se transformó, bajo los estandartes de la razón y el progreso, los mitos indígenas se transformaron para situar a los hombres no-indios como sus iguales. Es así como los indígenas pueden hoy hablar con lo extraño, como pueden tender puentes para aprovechar las riquezas de ambos mundos.


Nota
Enric Cassú es catalán y magíster en Estudios Amazónicos.


@  Proyecto The Urban Indigenous. Colombia.

lunes, 7 de marzo de 2011

Wikileaks y el zorro en el gallinero

Roger Rumrrill

Las filtraciones de Wikileaks que informan que entre el 70% y 90% de las exportaciones de caoba en el Perú tienen procedencia ilegal están aguando la fiesta de la celebraciones del Año Internacional de los Bosques en el 2011 y del Día Forestal mundial, el 21 de este mes.

Porque, al contrario de las versiones optimistas y triunfalistas de las autoridades, la tala ilegal de la caoba continúa. Una prueba irrefutable de que nada ni nadie ha podido detener hasta ahora la tala ilegal de la caoba es la carta que ha enviado recientemente la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (CITES) a la Cancillería señalando sin tapujos ni medias tintas que el Perú no ha cumplido hasta la fecha con el manejo del cupo de exportación de la caoba ni con el control de la tala ilegal de esa valiosa especie forestal, el oro rojo de la Amazonía.

A causa de este incumplimiento, el Perú está en la antesala de una declaratoria de veda denominada “comercio significativo de la caoba” que implicará que los permisos de exportación de dicha especie forestal serán evaluados y aprobados por la CITES. Esta veda tendría graves implicancias en la aplicación y ejecución del TLC con Estados Unidos.

Múltiples son las debilidades, omisiones y fallas de por qué nuestro país no puede cumplir sus compromisos pactados, desde la corrupción endémica hasta el poder de los lobbies que han capturado al Estado. Por ejemplo, la Dirección General de Forestal y Fauna Silvestre del Ministerio de Agricultura, responsable de toda la actividad forestal, está digitada por los exportadores madereros a través de ADEX.

Existen también otras fallas de fábrica en el aparato del Estado que explican la imposibilidad de construir un sistema forestal moderno, sostenible y competitivo. Marc J. Dourojeanni Ricordi, uno de nuestros mayores especialistas en el tema, en un comentario a ese denso y confuso mamotreto que se llama Ley Forestal y de Fauna Silvestre 4141 que el régimen alanista intenta promulgar sin previa consulta de los pueblos indígenas, opina que los bosques naturales deberían estar en el Ministerio del Ambiente y no en el Ministerio de Agricultura, cuyo fin es precisamente talar el bosque para la producción agraria.

“La expansión agropecuaria se hace esencialmente a costa del bosque. Es ilógico incluir los bosques naturales bajo el control de los que precisan destruirlo. Es como poner al zorro cuidando el gallinero”, ironiza Dourojeanni.
En el Perú actual, hay muchos zorros que controlan el gallinero y se comen glotonamente a la gallina de los huevos de oro de nuestras riquezas naturales.

Notas:
Roger Rumrrill García  escritor, poeta y periodista especializado en Amazonía, fecundo ensayista, nacido en la mazonía. Ha publicado 45 libros sobre Amazonía, en un abordaje múltiple desde la historia, el ensayo, la narración, el guión de cine, la poesía y el periodismo, un pensamiento lúcido y a la vez apasionado de la compleja y riquísima realidad de nuestra amazonía


Publicaciones:

miércoles, 2 de marzo de 2011

Amazonia: Verdades que cambian

Marc Dourojeanni

1ra parte

Una serie de verdades que fueron consideradas más o menos incontestables durante muchas décadas en la Amazonia fueron progresivamente transformadas en falacias a consecuencia de contextos socioeconómicos cambiantes, de nuevos hallazgos de recursos naturales y por el desarrollo de nuevas tecnologías. Este fenómeno tuvo una fuerte aceleración durante los últimos 20 años de la historia amazónica. Es interesante discutir esas “verdades” que hasta fueron premisas sobre la Amazonia pues, durante mucho tiempo, unas sirvieron para justificar el desarrollo convencional que la ha llevado a su actual situación de descalabro ambiental y, asimismo, otras sirvieron de argumento a los que intentaron conservarla o aprovecharla de forma sostenible. Esas verdades de antaño que perdieron sustento en la actualidad no deben ser confundidas con aquellos mitos amazónicos que nunca fueron más que eso pero que, también, contribuyeron a forjar la realidad actual.

2da parte;
El 74% de la población de la Amazonia brasileña vive en las ciudades. Este porcentaje es menor en el Perú (54%) pero crece a gran velocidad y, en ambos países el crecimiento de la población urbana es mucho mayor que la rural. Es decir que son los habitantes urbanos, también en la Amazonia, los que más influencian y que finalmente toman las decisiones sobre la región a pesar de que su conocimiento de la realidad sea parcial y que, muchos de ellos, prácticamente jamás salgan de los límites urbanos. Ellos saben de la Amazonia tanto o menos que los habitantes de las capitales de los países pero, el sentido de “estar lejos” los hace tender a aceptar como deseable la construcción de más vías de comunicación y la ocupación rápida de todo el espacio y, claro, el cambio de uso de la tierra de bosques a agricultura, como en los paisajes de donde ellos son originarios. Ellos también demandan energía y, por eso son favorables a la explotación de hidrocarburos y a la construcción de grandes centrales hidroeléctricas. Más aún porque reciben beneficios financieros (canon petrolero, por ejemplo) o empleos privilegiados de esas actividades económicas.


El aumento de la población urbana es, en gran medida, fruto de la migración local. Campesinos ribereños o habitantes del bosque incluido indígenas, son atraídos a la ciudad por las supuestas o reales ventajas que ésta ofrece pero su falta de preparación los empuja a las periferias miserables de ciudades como Iquitos y Pucallpa, en Perú o de Manaos, Porto Velho y Rio Branco, en Brasil.


Marc Dourojeanni fue profesor y decano de la Facultad de Ciencias Forestales Universidad Nacional Agraria de Lima, Perú y Director General de Bosques país. En la actualidad es Presidente de la Fundación Pro Naturaleza.


Fuente: Eco amazonía

jueves, 17 de febrero de 2011

Etsa y la perseverancia de ser awajún

  Autor: Santiago Pedraglio

La muerte del joven awajún Edinson Etsa Tsajuput, de 24 años, estudiante de Filosofía y Ciencias Políticas de la Universidad Antonio Ruiz de Montoya, no solo entristece a su familia, a su pueblo y, en general, a quienes lo trataron. Trae pesar, además, a todos los que conocían su trayectoria, porque su vida simboliza el esfuerzo de los amazónicos por vivir las ventajas de la modernidad sin perder su identidad.

Reconocerse e identificarse como indígena y estar en disposición de aprender de otras culturas es una opción que se resisten a reconocer quienes piensan que el único camino de la modernización es la uniformidad; es decir, barrer con las “trabas” de la diversidad propia, por ejemplo, de un país como el Perú. Si uno se preguntara –inspirándose en la vida de los peruanos de estos pueblos– cuáles son las instituciones que deben acompañar este complejo proceso de re-conocimiento (esta es la palabra clave) se puede afirmar que son cuatro: la escuela, el mercado, el sistema de administración de justicia y los servicios de salud.

La escuela es el ámbito decisivo de la instrucción oficial. Allí, niños y jóvenes aprenden (o deben hacerlo) a leer, a sistematizar, a entenderse con las matemáticas; y amplían su red de contactos como producto de la relación fuera de la familia. En este ámbito los profesores son decisivos, pero también las orientaciones del estado –incluidos los gobiernos regionales–, si se quiere que los niños aprecien su lengua, su arte, su comunidad. La educación intercultural todavía está en pañales y la voluntad del estado no es clara. Etsa es un ejemplo de cómo sí es posible que estos niños no sean mutilados de sus referentes culturales sino que, por el contrario, se desarrollen apreciándolos y respetando a los que son distintos.

El mercado es otra gran “institución” en la cual la población quiere insertarse en condiciones de igualdad, para obtener un salario justo, un crédito que permita trabajar la tierra o la pequeña empresa, mercados regionales y locales para vender su pequeña y mediana producción. Sin embargo, esta “institución” sigue siendo restringida pues muchos la conciben equivocadamente solo como libertad de inversión, y en especial de grandes inversiones.

El proceso electoral debería servir para plantear en serio medidas que reduzcan la exclusión, subrayando que, además de la escuela y el mercado, urge reformar la administración de justicia: su aplicación no puede seguir dependiendo de los recursos económicos de los potenciales litigantes; y en cuanto al sistema de salud, hay que redoblar los esfuerzos que permitan garantizar una cobertura adecuada a todos los peruanos.

Fuente. Diaro Perú 21

Ver
Muerte de estudiante awajun
http://escritoresamazonicos.blogspot.com/2011/02/el-dia-de-ayer-las-2-de-la-tarde-fue.html

sábado, 12 de febrero de 2011

LOS PUEBLOS AMAZÓNICOS EN TIEMPOS DE LA LLEGADA DE ORELLANA


José Barletti Pascuale

Hace 450 años, el 12 de febrero de 1542, una expedición española dirigido por Francisco de Orellana llegó a la desembocadura del rió Napo en  el Amazonas.  Se trataba del  “descubri-
miento español” del monarca del los ríos. Para los pueblos indígenas, sin embargo el descubrimiento se había llevado a cabo miles de años antes. Cuando llegaron los invasores europeos hacia tiempo que habían pueblos establecidos y existían redes de intercambio a lo largo y ancho de la Amazonía.
En 1942, hace 50 años, se conmemoró el IV centenario de este acontecimiento y con este motivo, en Lima, Raúl Porras Barrenechea impulsó la Expedición Amazónica y en la Revista Mercurio Peruano se publicaron varios artículos sobre el pasado amazónico, así como el Boletín de la Sociedad Geográfica de Lima.

En el hermano país del Ecuador el IV Centenario fue ocasión para llevar a cabo un conjunto de actividades. Entre ellas su Ministerio de Educación publicó, por primera vez enAmérica, la Relación escrita por fray Gaspar de Carvajal, quien fuera capellán de la expedición iniciada en el Qosqo por Gonzalo Pizarro y culminada por Orellana. Años después, en 1958 la Municipalidad de Quito público por segunda vez la Relación. Ambas ediciones contienen importantes estudios introductorios. Sin bien es cierto que ellas ayudan a la mejor compresión del documento histórico también establecen, implícita o explícitamente, la ligazón de los hechos narrados con la reivindicación sobre territorio del Amazonas.

Cabe recordad que la conmemoración del IV Centenarios se llevo a cabo dos semanas después de la firma del Protocolo de Río de Janeiro. Precisamente la reivindicación ecuatoriana tiene como uno de sus soportes la tesis de que la expedición partió de Quito.

Ello daría derecho al actual Ecuador a los territorios amazónicos. Sin embargo la realidad histórica es muy diferente, ya que la expedición a El Dorado partió a Qosqo, como partieron también de allí las “entradas” a Madre de Dios, al Río de la Plata y a Chile.

Gonzalo Pizarro, en su recorrido desde el Qosqo, así como se reabasteció en Quito también lo hizo antes en otros lugares como en Huancayo y así se le fue uniendo gente, aunque es evidente que fue mayor el número de los incorporaron en Quito, dada la cercanía de la tierra de El Dorado y la Canela. Entre ellos estuvo Francisco de Orellana que era el gobernador de Guayaquil, Como es sabido, cuando éste llegó a Quito, ya había partido Gonzalo Pizarro al que dió alcance en Zumaco.

Ecuador no puede, pues, argüir derecho a la Amazonía con el asunto de la expedición. Pero tampoco tiene sentido llevar actuales problemas de demarcación territorial a una realidad política muy diferente, cual era estos tiempos, la que el dominio español en América del Sur tenía unidad y su centro estaba en Lima.

A las dos ediciones ecuatorianas de la Relación de Fray Gaspar de Carvajal se suman dos hechos de España, una en México, otra en los Estados Unidos y una ultima en Colombia.

Hasta la fecha no había ni una sola edición peruana. Ya que es tiempo que esta tarea pendiente se lleve a la práctica y que vaya precedida por un conjunto de estudios que contribuyan a la relectura de esta importante crónica amazónica desde perspectivas distintas:

Geográfica, arqueológica, lingüística, etológica, demográfica e histórica. De esta manera se podría superar científicamente los entrampamientos que se han producido en torno a este documento histórico, primero por las consecuencias que tuvo la llamada "traición" de Orellana y posteriormente a los asunto fronterizos entre Perú y Ecuador. Sólo así la Relación de Carvajal podrá contribuir a la reconstrucción del pasado de los pueblos amazónicos y específicamente de la situación existente al momento de la invasión.

Las invasiones sobre el pasado que se vienen efectuando son un instrumento para los pueblos indígenas que, organizadamente, están tomando en sus manos la construcción de su propio futuro sobre la base de la comprensión científica de su pasado de su presente. Al mismo tiempo estos estudios tienen que estar orientados a que se vayan derrumbando los sólidos muros del racismo que impiden que la población mestiza se dé cuenta de rol que ya están jugando los pueblos indígenas en el desarrollo de la Amazonía y que, por otro lado, no permitan que se produzca la unidad de todos aquellos que tienen interés histórico en forjar una región equilibrio ecológico, de la justicia y de la solidaridad

El presente trabajo busca restar los aportes etnográficos de la Relación de fray Gaspar de Carvajal recogido las interrogantes que la narración sugiere y motivar al lector para el estudio de Arqueología Amazónica. La crónica amazónica todavía no es suficiente valorada y constituye una veta en la reconstrucción del pasado cuando se produce su relectura a la luz de la investigaciones.
Primero trataré sobre la persona de Carvajal y su obra, luegó sobre la expedición y los problemas que ésta plantea a la investigación, para finalmente entrar a ver lo referente a los indígenas amazónicos: el tamaño de los pueblos, su identificación, sus niveles de organización, la producción, las redes de intercambio y finalmente la comunicación verbal con los pueblos “visitados”.



Febrero Iquitos de 1992
A los 450 años del Descubrimiento Español del Río Amazonas
Edición digital:
http://red.pucp.edu.pe/ridei/buscador/files/inter82.PDF

Nota
José Barletti Pascuale es un prestigioso profesor e historiador loretano. Investigador del Instituto de Investigaciones de la Amazonía Peruana-IIAP y promotor del primer frente regional de Iquitos.


domingo, 6 de febrero de 2011

Decretos, licencias, leyes, boteeeellas


Por Rocío Silva Santisteban
Los decretos de urgencia 001 y 002, en la práctica concreta, son un salvoconducto para aquellas personas que se van a beneficiar con megaproyectos como los de Inambari y otros, y que requieren una pista libre de tropiezos antes de julio de este año...,  

El Poder Ejecutivo, no contento con el congelamiento de la Ley de Consulta Previa a los Pueblos Indígenas, publicó –a finales de enero– dos “decretos de urgencia” que permiten evitarles el mal paso del estudio medioambiental a “determinados proyectos de inversión” con la excusa de que estamos ante una economía global imprevisible (¿y no era que, a pesar de todo, el Perú avanzaba?). Se trata de los decretos de urgencia 001 y 002; este último modifica el artículo 2 del primero. Digamos que fueron “tan de urgencia” que no pudieron ni siquiera redactarlos bien o que a última hora se les ocurrió incluir “un extra”. Los treinta y tres proyectos mencionados en ambos decretos van desde el urgentísimo “aeropuerto internacional de Chinchero-Cusco” hasta la línea 1 del tren eléctrico de Lima y Callao que, luego de veintitantos años de dormido, resulta ahora ansiosamente apremiante. El problema es que, en el segundo decreto y con la ampliación de la lista, el proyecto número 30 no está taxativamente señalado sino que en versión sinvergüenzamente genérica se le ha intitulado “energía de nuevas centrales hidroeléctricas”. En buen cristiano:
se puede incluir en este rubro a la Central de Inambari, lo que implicaría una cachetada a los asháninkas y otros pueblos originarios si es que se lleva a cabo sin un certificado de impacto ambiental.
Muchas voces se han levantado en contra, pero ¿serán escuchadas o simplemente ninguneadas ante la ansiedad que al parecer le provoca a este gobierno ver que está llegando su final, y por lo tanto las potenciales leguleyas y retruécanos, para irse dejando la “cena preparada” (y hasta la lonchera del día siguiente)?

Según Juan Carlos Ruiz, abogado del Ideele, estos decretos tienen un vicio de nulidad y, por lo tanto, son inconstitucionales, en la medida que no legislan sobre temas económicos o financieros sino ambientales. La Defensora del Pueblo, Beatriz Merino, es de la misma opinión. Pero no se trata solo de posiciones “ultraverdes” como quisieran señalar algunos. Henry Carhuatocto, consultor legal de DAR, sostiene que estos decretos pueden poner en riesgo el TLC porque el mismo texto prohíbe bajar estándares ambientales. Desde Puno, Roger Cahua Villasante, gerente de Recursos Naturales del Gobierno Regional, se queja:
“No es justo que a los proyectos públicos les pongan una serie de vallas, y si no aprueban no se ejecutan, mientras que los proyectos privados por más grandes que sean y abarquen grandes presupuestos, extensiones de territorio y dañen el medio ambiente son aprobados como si nada”
. Totalmente de acuerdo: si los proyectos públicos deben pasar un SNIP a veces burocráticamente endiablado, ¿por qué se exoneraría de certificados de impacto ambiental a proyectos de 4,847 millones de dólares?

Los decretos de urgencia 001 y 002, en la práctica concreta, son un salvoconducto para aquellas personas que se van a beneficiar con megaproyectos como los de Inambari y otros, y que requieren una pista libre de tropiezos antes de julio de este año, ergo, antes de que pasemos a otro gobierno. Si esto no nos huele a corrupción y miasmas, entonces será que tanta prueba toxicológica nos ha adormecido las fosas nasales.

Fuente: Publicado en Columna Okupa de La República, 06/02/2011

lunes, 31 de enero de 2011

Árboles útiles de la Amazonía Peruana

Un manual con apuntes de identificación, ecología y propagación de las especies


Versíón digital

Autores:

C. Reynel

R. T. Pennington

T. D. Pennington

C. Flores

A. Daza


Link



INDICE


BIGNONIACEAE Tabebuia serratifolia (“Tahuarí amarillo”)...............................................................3

EUPHORBIACEAE Croton draconoides (“Sangre de grado”)............................................................7

LAURACEAE Nectandra longifolia (“Moena”)...................................................................................10

LECYTHIDACEAE Cariniana decandra (“Cachimbo”)......................................................................13

LEGUMINOSAE (CAESALPINIOIDEAE) Copaifera paupera (“Copaiba”).......................................16

LEGUMINOSAE (CAESALPINIOIDEAE) Schizolobium parahyba (“Pino chuncho”).......................19

LEGUMINOSAE (FABOIDEAE) Dipteryx micrantha (“Shihuahuaco”).............................................22

LEGUMINOSAE (MIMOSOIDEAE) Cedrelinga cateniformis (“Tornillo“)..........................................26

MELIACEAE Cedrela odorata (“Cedro”)...........................................................................................30

MELIACEAE Swietenia macrophylla (“Caoba”)................................................................................34

MORACEAE Brosimum lactescens (“Manchinga”)...........................................................................38

MYRISTICACEAE Virola calophylla (“Cumala”)...............................................................................41

RUBIACEAE Calycophyllum spruceanum (“Capirona”)....................................................................45

STERCULIACEAE Guazuma crinita (“Bolaina”)...............................................................................48

 

sábado, 29 de enero de 2011

La literatura indígena amazónica

por Ricardo Vírhuez Villafane

La literatura oral, étnica o indígena es una forma de literatura tan antigua como el mismo lenguaje. La literatura es un viejo oficio que puede rastrearse desde los tiempos más remotos de todos los pueblos. El reciente invento de la escritura, y luego de la imprenta, no hizo más que acelerar su desarrollo, establecer niveles y diferencias y sancionar la división del trabajo intelectual. Surgió así la literatura moderna con las peculiaridades que todos conocemos, pero no surgió la literatura. Los criterios etimológicos de que la literatura es principalmente escritura aparecen cuando esta (la escritura) es entronizada por los grupos dominantes como el principal medio de coerción ideológica; hecho que en la actualidad los medios de comunicación electrónicos, en muchos aspectos, han vuelto anacrónico.

Por tanto, la etimología no puede darnos la significación ni el sentido de la literatura, sino apenas el origen de su nombre. La literatura ágrafa, oral y colectiva se ha practicado y se practica en todos los países del mundo. Cuenta Menéndez Pidal que Carlomagno dio la orden para que los cantos bárbaros y antiquísimos de los francos fuesen aprendidos de memoria para que no se perdieran para las generaciones venideras. Y explica: «Entre las varias formas de arte existente, hay una forma de arte tradicional en la que el gusto literario es profundamente colectivo. El autor de cada obra es anónimo por esencia, porque él, individuo, se sumerge en la colectividad. Por esta forma de arte tradicional y anónimo, comienzan históricamente todas las literaturas».

Esta literatura fue trasmitida por generaciones de padres a hijos, y poco a poco se fue especializando el narrador. Surgieron los haravicus incaicos, los kantule panameños, los Minnesänger alemanes, los juglares, trovadores y bardos de la Edad Media, los shair persas, los scop de los antiguos teutones, los aedos griegos, y posteriormente los escritores. Y la literatura que produjeron estos narradores y cantores populares es inmensa y rica, y su poder de sugestión y belleza compite vigorosamente frente a la literatura moderna con todos sus recursos técnicos y conocimientos lingüísticos. Incluso, como sostiene Albert B. Lord, «no hay ninguna duda ahora de que el autor de los poemas homéricos fue un poeta oral. La prueba se encuentra en los mismos poemas». Y la oralidad fue también el sustento creativo de la literatura fantástica de la Biblia, el Mahabharata, el Corán, el Popol Vuh, las sagas escandinavas, la literatura griega clásica, etc. Pero lo que nos interesa en este apartado es la literatura tradicional de los pueblos indígenas amazónicos, cuyas características iremos desentrañando.

La fuente escrita

Para el estudio de la literatura indígena amazónica existen dos fuentes principales: la narración oral y directa de los integrantes de la comunidad nativa en su mismo idioma, y las recopilaciones y traducciones hechas por curas, antropólogos, lingüistas y profesores, publicadas comúnmente bajo el apelativo de supersticiones, mitos o leyendas. Nos hemos servido de esta última fuente porque el trabajo de campo excede nuestras posibilidades, y porque las recopilaciones publicadas en lengua española o bilingüe forman parte ya de la literatura indígena amazónica.

De poco nos sirven los datos de los cronistas españoles al referirse de pasada a lo que consideraban creencias paganas. Ni tampoco los textos que, desde la publicación de Leyendas y supersticiones amazónicas (1881) de Juan Barboza Rodríguez, se refieren al anecdotario mestizo y rural ribereño. Recién en este siglo comienzan las verdaderas recopilaciones más o menos sistematizadas y abarcadoras.

Tenemos, por ejemplo, una amplia gama de publicaciones acerca de las naciones indígenas de la familia lingüística Pano como Creencias, mitos y leyendas (1990) de Ulises Reátegui; Mitología Chama (1969) y Mitos y Leyendas de los Kikin Juni (1988), de Francisco Odicio Román; La verdadera biblia de los Cashinahua (1975), de André-Marcel d’Ans; Cuentos Cashibos I y II (1977), de Gregori Estrella; La poesía de las canciones cashibo (1976), de Wistrand Robinson; Textos shipibos (1975), de James Loriot; Las tres mitades de Ino Moxo (1981), de César Calvo; Mil y una hogueras (1991), de Danilo Sánchez Lihón y El universo sagrado (1991), de Luis Urteaga Cabrera, entre otras.

De la nación Ese-Eja conocemos Con la voz nuestros Viejos antiguos (1984), de María Chavarría Mendoza. Sobre los quechuas amazónicos se tienen Pueblo y bosque (1975), de Francisco Izquierdo Ríos; Nosotros los Napu-runas (1979) de Juan Marcos Mercier; Sacha pacha (1976) y Había una vez en la selva (1983), de Juan Ortiz de Villalba; Textos en el quechua del Pastaza (1975), de Christa Brauch; Cuentos folklóricos de los quechuas de San Martín (1981), de Filemón Tuanama; Cantos de amor y de guerra (1987), de Alessandra Folleti, y las múltiples publicaciones realizadas desde el Ecuador por la editorial Abya-yala y los refranes, sueños, poemas y cuentos quechuas publicados por el CIEI-CICAME.

De la familia Jíbara se encuentran Mitos de los indios jívaros (1919), de Rafael Karnstein; Mitos e historias aguarunas (1974), de José Jordana; Poesía lírica aguaruna (1979) y Antología de prosa narrativa aguaruana (1980?), de José Guallart; Cantos de amor de la mujer achuar (1981), de Siro Pellizaro; Duik Múun (1979), de Lucía Chumap; Cuentos folklóricos de los achual (1976), de Gerhart Fast; Textos candoshi (1975) de John Tuggy y Cuentos folklóricos de los candoshi, de Mary Hinson(1976), etc.

De las naciones Orejón y Secoya tenemos Pai y Mai (1990) de Juan Marcos Mercier y Textos folklóricos de los orejón (1977) de Daniel Velie. De la familia Arahuaca, Tashorintsi, tradición oral machiguenga (1979), de Pascual Alegre; Los piros: leyendas, mitos, cuentos (1960), de Ricardo Álvarez; Los machiguengas (1943), de Vicente de Cenitagoya; Los machiguengas (1967), de Andrés Ferrero; La sal de los cerros,deStefano Varese: (1973); El hablador (1987), de Mario Vargas Llosa; Los mashcos hijos del Huanamei (1970), de Joaquín Barriales; Cuentos folklóricos de los machiguenga (1968), de Harold Davis y Los mashcos en la antigüedad (1958) de José Álvarez.

Si hemos citado una cuarentena de títulos, no es exagerado afirmar que existen varios centenares de textos publicados como libros y otros incluidos en revistas y diarios, cuya cita requiere un trabajo bibliográfico superior y actualizado del de Ana María Espinola y Miguel Ángel Rodríguez (Amazonía Peruana Nº 3, 1978), incluyendo los libros publicados en idioma extranjero, las recopilaciones difíciles de hallar del Instituto Lingüístico de Verano (conocemos su amplísima Bibliografía 1946-1986, recopilada por Mary Ruth Wise en 1986) y las que en la actualidad realizan lingüistas, antropólogos y profesores.

Al respecto, no olvidemos las sabias palabras del poeta Ernesto Cardenal: «Algún día nos daremos cuenta de que la poesía más grande de América es la de nuestros indios. Mucha de la mejor poesía de América pertenece a tribus ya extintas o confinadas en las espesas selvas del Amazonas o el Orinoco».

Por ello, pese a las buenas recopilaciones o recreaciones, la verdadera producción de la literatura indígena solo será creación de los propios indígenas, quienes, sin perder su esencia cultural, sabrán recoger y aquilatar las influencias de otras culturas, hasta lograr producir, con la fuerza de sus rebeldías, pasiones, sabiduría e imaginación creadora, uno de los mejores aportes a la cultura popular de nuestro continente.

El Relato Mítico

¿Pero qué tipo de sub-género o especie literaria es el relato mítico? ¿En qué se parece al cuento o al relato, o acaso a la novela o la epopeya, y cuáles son sus características específicas que lo hacen único y diferente de otras especias literarias? ¿Pueden crearse relatos míticos en la actualidad, distintos de los tradicionales?

A estas alturas de las reflexiones sobre literatura indígena, parece lógica la obligación de responder a tales preguntas. Sin embargo, todavía me resultan difíciles las respuestas debido a que, en primer lugar, la naturaleza del mito posee tantas ventanas abiertas que desafían cualquier afirmación definitiva; y, en segundo lugar, porque el problema de los géneros sigue siendo una polémica irresoluble dentro de la literatura.

Pero podemos continuar boceteando aproximaciones y definir conceptos más o menos claros como un recurso pedagógico que nos permita, bajo bases comunes, comprender los aspectos cuestionados de los relatos míticos.

Lo primero que podemos hacer es discriminar el relato mítico (donde descansan propiamente los contenidos míticos) de las canciones, himnos y dramatizaciones indígenas. De este modo nos limitaremos al aspecto puramente narrativo, alejándonos de sus elementos poéticos y teatrales. Hemos utilizado el término relato y no cuento porque el primero posee una acepción general y plasticidad para adecuarse a diversas formas narrativas breves. En cambio el cuento, pese a que también acepta la generalidad del relato y, en sus formas antiguas, eran idénticos, ha adquirido en la actualidad un estatus propio, posee características específicas e incluso técnicas y recursos que le han dotado de autonomía y distanciado de sus antecesores.

Obviamente el relato mítico carece de las cualidades del cuento moderno, y solo elementos accidentales pueden darle la estructura y síntesis de este último, especialmente si se trata de una buena traducción y una versión mejorada. El agregado mítico al relato solo nos aclara la especificidad del sub-género. Es decir, si el sub-género es el relato, y si el relato puede ser fantástico, humorístico, histórico, etc., decir relato mítico solo significa que se trata de relatos cuyo contenido es mítico.

Las características del relato mítico son, en principio, las de cualquier relato en general. La diferencia en su forma, tema y mensaje es dado por el contenido mítico, la habilidad del narrador oral y las costumbres tradicionales y vigentes en el acto de narrar. Un relato mítico narrado oralmente por un indígena a su comunidad es en realidad el fragmento de una larga narración cuyos hechos, personajes y desenlaces no siempre se corresponden y parecieran guardar una inexplicable incoherencia. Pero aquí radican precisamente sus características originales. La fragmentación de las historias (se narra un relato, y luego se pasa a otro, y así sucesivamente), pese a su relación y vertebración interna (a veces los mismos hechos y los mismos personajes), son tratados generalmente con entera libertad, de modo que el relato solo posee autonomía en la medida en que la versión del narrador se lo permita. Los personajes no siempre cumplen el papel de personajes. Pueden existir solo como pretexto y no como sujeto. De modo que si nos interesamos por la suerte de determinado personaje, podemos quedar desencantados cuando comprobamos que ha desaparecido sin explicación alguna.

Cambia el desarrollo de la historia, y cambia también el desenlace. La versión del narrador es importante, pero también lo es la necesidad interna de la comunidad. Al fin y al cabo, la literatura indígena es expresión de su imaginación verbal, de sus sueños, esperanzas y necesidades materiales.

Esta incoherencia narrativa, junto a la mutabilidad de la acción y el desenlace, así como la fragilidad existencial de los personajes y la fragmentación de la historia, representan las características más resaltantes del relato mítico. Todo depende de la versión del narrador oral. En cuanto esta versión se hace escrita, las reglas de juego cambian.

Respecto de los temas del relato mítico, tenemos algunas constantes fáciles de destacar: cosmogónicas, cuando se narran las relaciones –generalmente humanizadas– de los astros y el universo; de origen, cuando asistimos al nacimiento del hombre, y en general de los seres vivos; y culturales, cuando se describe la aparición de las técnicas que el hombre inventa para «conquistar» la naturaleza, como la agricultura, la pesca, las viviendas, etc.Esta tipología es general y pedagógica. Cada una de estas constantes produce subdivisiones que las hacen más específicas y originales. Ninguna es pura. Más bien, se encuentran interrelacionadas y en algunos casos la única forma de nominarla es destacando el factor dominante. Es decir, si nos encontramos con relatos míticos que son cosmogónicos, de origen y culturales al mismo tiempo, es señal de que la especialización del relato aún permanece en proceso.

Podríamos agregar a esta primera clasificación otra de naturaleza menos general, en la que el tema se confunde con el carácter de la narración: humorística, aquella que amalgama la sonrisa con la carcajada delirante; fantástica (en su acepción antigua), cuando intervienen seres sobrenaturales, mágicos e irreales; fábulas, cuando los animales reemplazan al hombre en su protagonismo; histórica, compuesta por hechos violentos o pacíficos determinantes en la vida de los pueblos; sociales, aquellas que reflejan y expresan las formas de vida social y los modos de ejercitar el poder y el derecho; costumbrista, referido a los hábitos y tradiciones de los pueblos, etc.

Evidentemente, el relato mítico abarca muchos más aspectos de los que la antropología atribuye al mito. El relato mítico no solo explica ordenadamente el origen del hombre y del mundo; también lo recrea, se contradice, imagina situaciones que van más allá de la simple necesidad de explicar las cosas y, en sus momentos más brillantes, adquiere la autonomía respecto de su función primera.

El relato mítico, en esta última acepción, representa la narrativa general de los pueblos indígenas amazónicos. Desde este punto de vista, el relato mítico solo pude ser expresión –tradicional o novedosa– de los pueblos indígenas. Y ello se debe a que, como dijimos anteriormente, no se trata de especificaciones literarias puras sino que todas ellas están atravesadas por el componente mítico esencial señalado en la primera clasificación. Los relatos míticos humorísticos, fantásticos, de fábula, históricos, sociales, costumbristas, etc., se encuentran teñidos de características míticas cosmogónicas, de origen o culturales, lo que los hace exclusivos de los pueblos indígenas.

Cuando el relato mítico (de naturaleza originalmente oral) se convierte en literatura escrita, ya sea por obra de recopiladores y traductores, y se traslada de la lengua nativa al castellano, es forzado a adquirir otra estructura narrativa, lo cual, en lugar de limitarlo o anularlo estéticamente, debería elevarlo a los niveles de comunicación que la versión oral sí sabe procurarle.

Respecto de la literatura indígena escrita en la misma lengua nativa, es poco lo que podemos decir. En algunos casos solo se puede hablar de una escritura incipiente. En la mayoría, en cambio, pese a la existencia de gramáticas y diccionarios de las decenas de lenguas indígenas, pese a las traducciones y a los maestros bilingües (los que en realidad solo hablan el castellano), es inexistente. Esta obra solo puede ser tarea de los propios indígenas. De modo que, de momento, no podemos referirnos más que a las traducciones en español.

En principio, debemos distinguir que así como la oralidad exige una determinada estructura narrativa, sometida a las características y necesidades del habla, igualmente la escritura exige sus formas y la sujeción a sus propias tradiciones, aquellas que han producido lo mejor de la literatura universal. Esto explica por qué las versiones escritas de los relatos míticos publicadas de modo literal y con resonancias fonéticas o pedagógicas, nos parecen tan pobres, aburridas y monótonas. En cambio las versiones realmente literarias, que transforman el relato mítico en narraciones solventes con las mismas o parecidas características del cuento moderno, son verdaderas joyas de arte que nos sorprenden y deslumbran, y nos introduce maravillados en la imaginación verbal de los pueblos indígenas.

Si toda traducción es una traición, tanto mejor si es útil a la literatura. Los recopiladores tienen la obligación de lucirse como escritores antes que como cajas de resonancia desafinadas. Solo la literatura produce literatura. Es decir, hay que rendirse siempre ante la palabra creadora.

(El presente texto pertenecerá a un libro que tendrá como título ‘Letras indígenas en la amazonía peruana’, del mismo autor).

Datos

Nació en Lima, Perú, en 1964. Estudió Derecho y Ciencias Políticas en la universidad de San Marcos, y posteriormente Lingüística, carrera que abandonó por la literatura, el teatro y los viajes. Participó en innumerables muestras de teatro peruano, actuando y dirigiendo el memorable grupo Tumueca, que conformaba con Ricardo Lacuta, Tito Meza y Julio Villanueva Chang, principalmente; dictó talleres de actuación y dirección teatral, y dirigió otros grupos de teatro en provincias. Vivió en Iquitos de 1992 a 1999, y trabajó como profesor en la Escuela de Bellas Artes de Iquitos y como editor de la página cultural de un diario local; participó en muestras colectivas de pintura y realizó su primera individual de fotografía en 1998. Viajó por innumerables ríos de la amazonía y visitó grupos indígenas, fruto del cual escribió ensayos sobre literaturas indígenas y literatura amazónica en general. Mientras tanto, desde inicios de los años 80 publicaba artículos de crítica de arte y literatura en diversas revistas del país, principalmente en el diario La República, en cuyo suplemento Andares ha publicado fotografías y crónicas de viaje. Actualmente trabaja en dicho diario y es editor de la revista de cultura Arteidea.