domingo, 15 de noviembre de 2009

SUCUSARI: EL MONTE ESTRAGADO SE RECUPERA



Por: José Álvarez Alonso

Don Agapito es uno de esos indígenas de apariencia modesta y sencilla que llevan una vida apacible en las riberas de los ríos amazónicos. Pero cuando habla revela la energía de una raza milenaria, y la sabiduría de muchos siglos de conocimientos acumulados sobre la selva. Pertenece al pueblo Maijuna, que habita entre el Napo y el Putumayo. Don Agapito habla de su quebrada Sucusari con el aplomo y parsimonia de quien sabe bien de lo que habla y adónde quiere ir.

Nos habla de su niñez y juventud, de cuando los patrones le hacían trabajar semanas por un paquete de cartuchos, o le pedían un pacote de carne de monte de 100 kg por un terno (camisa y pantalón). Su historia, la historia de la Comunidad Nativa Sucusari (antes Orejones) en la quebrada del mismo nombre, es la historia de Loreto, de toda la selva peruana: una historia de saqueo, de marginación, de expolio de pueblos y recursos.

Aunque también los Maijuna hemos cazado animales para venderle al patrón para conseguir nuestra ropa, nuestra herramienta, y algunos también hemos sacado algunas maderitas por necesidad, nosotros no hemos sido los que hemos estragado esta quebrada. Han sido gentes de fuera, madereros, mitayeros, que se dedicaron a tumbar y a balear todo lo que se les ponía por delante. Por eso está este monte tan estragado, ya no encontrábamos ni para comer, explicó Don Agapito.

En los últimos 25 años he escuchado historias similares muchas veces, en cada comunidad indígena y ribereña que he visitado en Loreto, Ucayali, Madre de Dios y Amazonas. Pero Sucusari no vive sólo de los recuerdos del pasado, como suelen hacer los viejos mitayeros y madereros en torno a un chuchurrín o a un pate de masato, rememorando cacerías que nunca volverán, madereadas, lagarteadas, tigrilladas y otras aventuras montaraces ya imposibles, porque los viejos cedros y las grandes manadas de animales se acabaron.

Pero Sucusari vive también de la esperanza. Aunque el Pueblo Maijuna son hoy un relicto, apenas un reflejo, de la Nación que fueron hace poco más de 100 años (quedan menos de 300 personas, y sólo una pequeña parte habla todavía su idioma), son un pueblo optimista y entusiasta a la hora de aprender lecciones de sus errores del pasado, y emprender acciones para mejorar su futuro.

Don Sebastián, el Apu de la comunidad, corrobora las palabras de Agapito, y pone también su parte en la historia: “Antes dejábamos que la gente de afuera entrase a sacar recursos porque no conocíamos nuestros derechos, y no sabíamos cómo cuidar, cómo manejar. Desde que hemos comenzado a cuidar la quebrada, se nota que los animales están volviendo. Ya se ha visto huangana por aquí cerca de la comunidad, y el pescado comienza de nuevo a aparecer: el otro día Agapito pescó, así no más con anzuelo, ocho pacos grandazos, en su puesto arriba en la quebrada. Hacía mucho tiempo que no veíamos pacos de ese tamaño por acá. Por eso le hemos dicho al Agapito que no pesque tantos, no sea que se vayan a acabar otra vez, dice riendo.

Un pueblo de tenaces optimistas

Los Maijuna son un pueblo sobreviviente y tenaz. Uno de los 400 pueblos amazónicos que resistieron, de los más de 2000 que había en la Amazonía hacia 1500, el embate de las enfermedades, la esclavitud y la explotación comercial e indiscriminada traídas por el hombre blanco. A diferencia de otras comunidades que ven el futuro sombrío, ellos muestran un gran optimismo y confianza en su capacidad de recuperar no sólo su territorio y sus recursos, sino la cultura y el idioma, que estaban perdiendo por la influencia de la cultura dominante.

Hoy los niños Maijuna vuelven a aprender en la escuela en su propia lengua, con profesores bilingües, y ésta y otras comunidades Maijuna están luchando por conservar y manejar sosteniblemente el corazón del antiguo territorio de su pueblo a través de la creación de un área de conservación regional, que ha sido formalmente gestionada ante el Gobierno Regional por la Asamblea Plenaria del Pueblo Maijuna. Justamente, la reunión en la que tuve el privilegio de participar el viernes 30 de octubre fue organizada para compartir los resultados de una evaluación biológica realizada en esta zona por un equipo del Field Museum de Chicago, en alianza con el Proyecto PROCREL (GOREL-IIAP). Los expertos mostraron a los indígenas la gran riqueza biológica que albergan sus bosques y quebradas, incluyendo formaciones vegetales únicas y algunas especies nuevas para la ciencia. La protección de esta zona de cabeceras es crucial para que sea sostenible el aprovechamiento de recursos forestales, pesqueros y de fauna en las cuencas bajas de las quebradas donde viven los Maijuna.

Ya algunos Maijuna están acariciando la idea de impulsar en un futuro próximo el turismo en su comunidad, una idea no tan descabellada teniendo en cuenta que un cercado albergue operado por Explorama desde hace décadas recibe varios miles de turistas al año. Familias amazónicas que se han involucrado en turismo comunitario en otras zonas (se me viene a la mente la Quebrada Yanayacu, en el área de amortiguamiento del ACR Tamshiyacu-Tahuayo) se muestran muy satisfechas de los beneficios y ventajas de esta actividad, que puede generar ingresos superiores a los que pueden percibir por actividades agrícolas o extractivas (tala, caza, etc.) con mucho menos esfuerzo.

La peor amenaza para los Maijuna

Aunque los Maijuna organizados están acabando con las actividades ilegales de tala, caza y pesca, y están logrando grandes avances en la recuperación de sus recursos, sin embargo no faltan amenazas todavía: una nueva, y tremenda, se cierne sobre el futuro de este pueblo. Se trata de un proyecto de carretera entre el Napo y el Putumayo, que por extraños y sospechosos designios se desvió de su trazo original por el camino más corto mucho más al Norte (donde ya se inició la construcción a fines de los años 80) y ahora atraviesa todo el territorio Maijuna de Norte a Sur. Esta carretera está ahora en la primera línea de sus preocupaciones, pues los Maijuna que han viajado saben que las carreteras siempre traen invasiones, saqueo de recursos, problemas sociales a los que han sido casi inmunes gracias a su relativo aislamiento (alcoholismo, prostitución, robos, etc.). Y, en este caso, la carretera probablemente traiga del Putumayo lacras que conocen muy bien los Maijuna de la comunidad de San Pablo de Totolla, en el río Algodón: el narcotráfico y la subversión de los grupos alzados en armas, que dominan la frontera entre Perú y Colombia.

Antes de decidirse por un trazo u otro, o entre carretera y vía férrea (de mucho menor impacto y costo, y con ventajas estratégicas de cara a controlar invasiones no planificadas, extracción ilegal de recursos, e ingreso de indeseables desde la frontera), deberán hacerse estudios muy cuidadosos, incluyendo los de impacto social y ambiental y de costo-beneficio, y deberán ser consultadas debidamente las comunidades potencialmente afectadas, sea el impacto directo o indirecto. En las Mesas de Diálogo establecidas entre el movimiento indígena y el Gobierno a raíz de los luctuosos hechos de Bagua se han acordado medidas muy claras y firmes para que este tipo de proyectos de alto impacto no se ejecuten sin una consulta previa, libre e informada de las comunidades indígenas.
Los Maijuna, un invaluable patrimonio humano y cultural de la Región Loreto, tienen derecho a un futuro como pueblo, y el trazo carretero que se está proponiendo a través de su territorio definitivamente sería la sentencia de muerte para ellos, como pueblo y como cultura. Algo que sin duda no permitirán ni Loreto, ni el Perú, ni la Comunidad Internacional.
@ Fotografía: http://www.serperuano.com/

Ver:
Cosechando el aguaje: tributo de los Maijuna a la sostenibilidad, por Álvaro del Campo
http://bloghabitat.wordpress.com/2009/07/14/cosechando-el-aguaje-tributo-de-los-maijuna-a-la-sostenibilidad/
 
Los maijuna
http://www.sil.org/americas/peru/spa-pop/ore.pdf

1 comentario:

Anónimo dijo...

Que bien, que se de a conocer la cultura amazònica transcribiendo la manifestacion de los nativos. Ojakla se pueda preservar al menos esta cultura intacta, y no como se ha borrado o alterado la cultura quechua y aymara, forzándolos a pensar como españoles
Sigan en su lucha que desde donde estoy siempre apoyare, haciendo conciencia en los ciudadanos con quines trato .-