domingo, 31 de enero de 2010

Desde la Rica Raja

Por Willian Gallegos Arévalo

Antes que se descentralizara la Corte Superior de Justicia de Moyobamba, un viaje a esta ciudad significaba, de seguro, un intríngulis con la justicia. ¿De qué te han demandado?, era la pregunta de rigor cuando dos chicharreros se encontraban. Si se veía a algún forastero en la ciudad, seguro que su destino era la Corte. El imaginario popular asumía a Moyobamba como la ciudad donde había más guardias civiles, abogados y tinterillos, como que era cierto. Los famosos escribanos, que ya no existen, eran un grupo social respetado.

La Corte Superior de Justicia de San Martín cuenta ahora con un moderno local. Ahora ya no se puede distinguir a los abogados, de los amanuenses. Todos usan corbata, para darle majestad y solemnidad a la función. Pero al ver a los administradores de justicia nos preguntamos si todos los jueces y vocales están capacitados para ser los responsables del futuro de muchas personas. La justicia es cosa seria: quienes juzgan, si privilegian el código y no analizan escenarios, ponen en peligro a la sociedad.

El juez que aplica el código penal abusando de su facultad discrecional, posiblemente no es un ciudadano feliz y debe merecer la sanción moral de la ciudadanía. Por eso, algunos dicen que ya es hora que la sociedad evalúe el desempeño de los magistrados, y no deja de tener razón el ex vocal José Izquierdo Hemerith que exige una acción participativa dentro de la búsqueda de la justa sanción para los delitos que se juzgan.

De otro lado, el fiscal que se desespera para encontrar las evidencias de un supuesto delito y su vida lo destina a ello, yerra en la interpretación de lo que es su propia función y se convierte en un sujeto inmoral y peligroso. Su conducta, que se espera idónea, ha sido dominada por el prejuicio, por lo que ya no es garantía para la sociedad y debe ser removido de inmediato. Pero nos hemos salido del tema, y les pido disculpas.

Me encuentro ahora en la esquina de los jirones Callao y Pedro Canga y viene a mi memoria el hecho que, probablemente, en esta esquina se ubicó el diputado Lino Cornejo –si es que estuvo en la ciudad—para decir que “se puede estar largo rato en una calle (de Moyobamba) sin ver pasar un ser viviente”, con el que pretendió fundamentar su posición para que Tarapoto sea la capital del departamento de San Martín, en vez de Moyobamba, cuando los senadores Joaquín Capelo (Loreto) y Juan M. Loli (Ancash), el 14 de agosto de 1901 presentaran el proyecto de ley para crear el nuevo departamento, desmembrándolo de Loreto. Cuando Capelo sustento el proyecto, propuso la ciudad de Lamas, como capital, porque la “capital de un departamento es el lugar céntrico del territorio”.

Me sumo al reconocimiento a Luís A. Vásquez Vásquez, como director del Instituto Nacional de Cultura, pues me consta su entrega para esta institución, a la que le está dando una nueva dimensión. Lucho es un moyosho que alguna vez estuvo en Nueva York y conoce los contrastes de una urbe como es esta ciudad, y la de Moyobamba de ahora: deTelésforo Ramos, quien ha descuidado el ornato de la ciudad. Moyobamba se merece un mejor destino, pero hay que arreglar esas veredas y los restaurantes deben servir inguiri entero y no partidos longitudinalmente. Rescatemos la identidad sanmartinense: comencemos con los restaurantes “turísticos”.

Después de estos recuerdos, Solange y Salomé ya pueden recibirme. Y voy presto a ese encuentro. Algo debe ocurrir.

A través del cristal - Diario Voces

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